miércoles, 30 de junio de 2010

Este bendito pais...

y mi inocencia que no se despierta.

Hace cosa de un mes, en un hotel cinco estrellas en donde trabajo, frente a mis propios ojos y los de tanta otra gente, a un señor le roban la billetera. Sin fuerza, sin engaños, sin amenazas y sobre todo sin pudor.
Un señor que se va al baño y deja sin cuidado su saco colgado en la silla. Gente que entra y que sale. Una pareja que entra y que sale, de traje, como todo el resto, con cara de nada y nervios de acero. Se acercan a la mesa, los movimientos super estudiados, amagan con colgar un saco en el respaldo de la silla (que ya esta colgado) mientras revisan todos y cada uno de los bolsillos del saco ajeno. Salen del bar con una billetera de mas en el bolsillo, esquivan a tres personas de seguridad riendo por dentro, y como si nada hubiera sucedido, salen por la puerta de entrada luego de atravesar todo el lobby y cientos de miradas. Probablemente rumbo a otro hotel.

Esta noche me tomé un taxi desde la costanera. Me pidió un peo para pagar el peaje, supuestamente no tenia nada de plata encima. Dejé a una amiga por el camino, llegamos a casa y el reloj marcaba 40 pesos. Le di un billete de 50, se dio vuelta y me pidió si tenia justo porque no tenia para darme el vuelto. Asi que saqué la billetera a ver si llegaba, la di vuelta, tenia 36 en billetes. " A ver, espera a ver si tenés suerte y llego con las monedas" le dije, y deshaciendome de todo el cambio que tenia junté 4 pesos en monedas. "Tomá, 40". " No amiga, te vas a quedar sin cambio para viajar" me dijo, "dame 38 si tenes, no importa", y yo, tarada, le dije que no, "si tengo, tengo".
Me devolvio un billete de 50 que claramente no era el mio. Apenas lo toqué me di cuenta que era falso. Lo mire un poco a la luz para comprobarlo (no hacia falta mirarlo demasiado, era una fotocopia de mala calidad y encima tenia el angulo roto).
-"Este no es el billete que yo te di, me estas cagando" le dije
-Noo, amiga, como me decis eso, si no tengo otro, yo ni lo abri, es el que vos me diste
-Sabes que no, encima esta roto, es muy trucho, no me cagues. Sabes que me estas cagando
-no seas asi, no te estoy cagando, si no tengo mas plata.

En fin, ese fue mas o menos el dialogo. Que solucion me quedaba? Era su palabra contra la mia. Me baje del taxi agradeciendo que al menos me habia dejado en mi casa ver y puteando por la impotencia de ver tanta impunidad y tener que acostumbrarme a vivir con ella.

martes, 29 de junio de 2010

Viraje

Llevaba una vida metódica, prolija y ordenada. Tan prolija y ordenada, que irónicamente, a menudo las cosas se desbarataban de un instante al otro.
Luis se levantó ese lunes a las seis de la mañana, como de costumbre. Apagó el despertador a las cinco y cincuenta y cinco por primera vez y a las seis clavadas, de forma definitiva. Salió de la cama todavía entre sueños y se metió a la ducha para eliminar los últimos vestigios de las sabanas en su cuerpo. Cada movimiento había sido practicado cientos de veces, cada mañana, durante toda su vida, prácticamente a la misma hora. El baño cronometrado llegaba a su fin exactamente a las seis y un cuarto. Diez minutos más tarde ya estaba vestido y afeitado: el mismo traje negro de lunes a viernes, camisa blanca, zapatos lustrados, sólo faltaba elegir la corbata; Luis abrió el amplio cajón del ropero en donde guardaba su colección perfectamente ordenada. Según color y material: las de seda con las de seda, en escala desde el negro hasta el rosa pastel con arabescos. Lo dudó, como todas las mañanas lo dudaba, y finalmente eligió la verde petróleo que se asemejaba a sus ojos.
Luis era un tipo bastante fachero, de apariencia tan prolija como su vida. Medía algo de un metro noventa, era morocho y tenía los ojos verdes como su corbata preferida. Usaba traje, todos los días, incluso los viernes cuando en la oficina se le permitía una vestimenta más informal. Era frecuente que las mujeres se dieran vuelta a su paso, pero Luis jamás reparaba en eso, ya que no existía para él otra mujer que no fuera su novia, con quien tenía planes de casarse.
Ese lunes tomó el subte de las seis y cincuenta. Titubeó un instante antes de subir ya que el vagón venía cargado en exceso, pero eran las seis y cincuenta, dejarlo pasar rompería su rutina. Respiró profundo, contuvo el aire un momento y se zambulló dentro del carro con tan pocas ganas como quien se tira de cabeza a una pileta llena de acido muriático. El viaje no tuvo grandes sorpresas, durante las tres estaciones siguientes leyó de reojo el diario de la afortunada señorita que se encontraba sentada justo delante de él. Jamás reparó en los tímidos ojos que asomaban detrás de la portada acosándolo con inocencia.
Bajó en tribunales algo más informado y sin siquiera tener que pensarlo marcó en el celular el teléfono de Laura. Llamada de rigor, era su despertador oficial matutino. Luis y Laura llevaban ya cinco años saliendo, pero Luis no había aceptado mudarse con ella hasta no concretar el matrimonio, cosa que en ese momento les era imposible por cuestiones económicas. El asunto no tenía demasiado contenta a Laura, que vivía sola desde hacia dos años y contaba con todas las facilidades para poder recibir a su novio en casa.
Respondió al llamado con una voz áspera y serena; al otro lado, Luis sonaba cargado de energía
–Buen día amor, es hora de despertarse, ¿Dormiste bien?,
- Dormí bien gordo, gracias. Y gracias por despertarme una vez más. Solo espero que pronto llegue el día en que puedas levantarme con un beso antes de irte y no por teléfono.
Solía ser un dialogo parecido cada mañana, a lo que él respondía sin alterarse demasiado
– Sabes que estoy ahorrando para eso Lau, ya va a llegar. Que tengas un lindo día, ¡te amo!-
-¡Esperá! No me cortes todavía, hablame un ratito mas así me desvelo y no vuelvo a dormirme.
-Estoy entrando a trabajar mi amor, te llamo más tarde- Y Luis concluyó la llamada sin dar lugar a reproches.
Luego de subir los quince escalones de tribunales, toda su vida personal quedaba de lado. Las nueve horas siguientes eran de plena concentración y apatía. Su escritorio estaba cubierto por pilas y pilas de papeles todas señalizadas con papelitos adhesivos de colores y categorizados según asunto y nivel de urgencia. Luis apenas se levantaba de su silla una o dos veces al día. Invariablemente, lo hacia a la una del medio cuando tomaba su hora de almuerzo (que por lo general no completaba) y si era un día de pocas luces, por la tarde se preparaba una taza de te. Sin embargo, el estar casi atado a su escritorio no significaba que hiciera bien su trabajo, mas bien su mirada clavada fijamente en la pantalla revelaba los frecuentes recuerdos de Laura.
“Como la extraño, me gustaría llamarla y charlar con ella un rato, pero eso me distraería de mis obligaciones. Creo que tengo que seguir con lo mío… ¡Uy! Ya es principio de mes, no me había dado cuenta de que hoy deberíamos haber cobrado. Creo que en la hora de almuerzo me escapo al banco a sacar toda la plata de la cuenta. Ya me falta poco para llegar al monto que necesitamos para el casorio, con un poco de suerte dentro de uno o dos meses… ¡Que ganas tengo de mudarme de una vez con Laura! No sin casarme, claro, pero…pero bueno, nada, basta de fantasear con el futuro, que si me agarran paveando me rajan y se me esfuman Laura, el casorio, la fiesta y toda la bola…”
El día pasó como pasan todos los días: volando para algunos y arrastrándose para el resto. Para Luis no era ni lo uno ni lo otro porque jamás se había detenido a pensar en el paso del los días. Solo notaba transcurrir el tiempo cuando por alguna razón llegaba con retraso a sus horarios de subte habituales. Ese lunes tomó el de vuelta a casa a las seis y trece. Estaba nervioso, pero era normal, era el día del mes en que le tocaba viajar alterado ya que llevaba todo su sueldo hecho un bollito dentro del maletín. Luis había perdido la poca confianza que alguna vez había tenido en los bancos con la crisis del 2001, desde entonces cada vez que recibía un pago retiraba el efectivo para guardarlo celosamente envuelto en varios pares de medias, al fondo de uno de sus cajones, junto con la ropa interior, dentro del único armario que tenía llaves en toda su casa. Esa vez no fue la excepción.
Ni bien abrió la puerta de calle agradeció a la vida por estar sano, salvo y todavía con el dinero, y sin sacarse el saco ni la corbata, fue a depositar el bollito del maletín en uno de los pocos pares de medias que todavía estaba limpio y “vacio”. Luego contó con entusiasmo los pares llenos y esbozó una sonrisa (la primera del día entero).
“Ahora si, ya falta poquito. Uno o dos meses mas y podemos poner fecha…la voy a llamar a Lau para decirle, ¡se va aponer re contenta! No, mejor espero a las 8 que es cuando sale del gimnasio y ahí ya se que no la interrumpo, además va a estar esperando que la llame. Y ahora aprovecho y me voy pidiendo algo para comer, hoy que cobre y con el cansancio que tengo no cocino ni loco”.
Luis vivía sólo en un mono ambiente alquilado. Chiquito pero bien acomodado, cerca del barrio de once. La suya era la anteúltima de un total de cuatro puertas, al fondo de un largo pasillo de un edificio antiguo y un poco desvencijado. El piso estaba casi desierto, su única vecina era una señora mayor un poco sorda y mal de la vista que, como él, vivía sola. Al menos a ella le gustaba cocinar, y alguna que otra vez, le había tocado la puerta para ofrecerle una porción de torta o unos scones recién horneados. Además colmaba el telúrico pasillo con aromas a dulce y pan casero, lo cual resultaba muy agradable siempre que el pan no se quemara, claro. Gracias a esos gestos piadosos, Luis le había tomado algo de cariño.
El martes comenzó de forma idéntica al lunes, igual que el viernes anterior y el jueves y el miércoles: dos alarmas de reloj, ducha y por fin al traje. Luis volvió a dudar al elegir la corbata, pero otra vez se quedó con la verde petróleo. El viaje en subte a las seis y cuarenta, el llamado de despierte, la pila de papeles sobre el escritorio y las nueve horas de trabajo que siguieron. Sólo cambió que Luis no fue al banco el martes en su hora de pausa: todo el dinero ya estaba bien guardado dentro del bollito, de la media, del cajón, de su armario bajo llave.

Apretujado en el subte de regreso, Luis no dejaba de pensar en la gran fiesta que daría para su casamiento y en el soñado viaje que darían por Europa para la luna de miel.
“Hoy podría invitarla a cenar para ir adelantando el festejo” pensaba. “No, mejor ahorrarme ese gasto, al fin y al cabo estamos ahorrando y tenemos que despilfarrar lo menos posible. Además, primero tendría que hacer algo de compras en el super, mi heladera es una vergüenza…pero tampoco, mientras pueda ir a comer a lo de mamá cada tanto voy a aprovechar para seguir ahorrando, total de hambre no me voy a morir. La invito a comer unos fideítos con salsa y listo, eso nunca falta, total a ella le gustan y nunca se queja”.
Bajó del subte entusiasmado, caminando rápido y tarareando bajito lo que sonaba en su reproductor. Probablemente fue el alto volumen de la música lo que no le permitió escuchar las sirenas a lo lejos, y se desayunó con la noticia una vez que llegó hasta la puerta de su casa. Una nube de humo negro cubría el cielo casi por completo, y el pan quemado asomaba tímidamente tras la marcada presencia del olor a madera y carne rostizada. Luis sintió nauseas pero siguió avanzando hasta dar con la faja de seguridad que rodeaba al edificio, su edificio. Un bombero lo paró en seco –Señor, está en zona de peligro, esta prohibido ingresar por el momento-. Más tarde recibió las explicaciones pertinentes. Aparentemente una vieja que vivía en el cuarto piso y estaba algo mal de la vista, habría dejado un repasador cerca del fuego mientras preparaba sus tostadas, o algo así. No se sabía muy bien la historia, y tampoco importaba mucho, ya que no quedaba nada de la vieja ni de sus tostadas, ni mucho menos del repasador o de su casa.
- Para ser sincero-, había dicho el bombero, -no han quedado más que cenizas de lo que solía ser el cuarto piso. Fue una suerte que los otros departamentos estuvieran desocupados.-
La cara de Luis se contorsionó por completo; no hizo ningún esfuerzo por contener las lágrimas que brotaban con intermitencia y con tanta furia como un chorro de riego por aspersión. No pudo más que llorar en silencio mientras veía todos sus sueños evaporados subir al cielo en una espesa nube negra con olor a tiempo pasado y a causas perdidas. Lloró; lloró y puteó y se lamento sin parar. Y poco a poco vinieron a su mente los fantasmas calcinados de todas las cosas perdidas. Cerró los ojos y los apretó con fuerza, con la inocencia de un niño, como si la realidad fuera a dejar de existir sólo por que él no la viera, pero las fotografías de toda una vida prendida fuego iban apareciendo una a una. Y ante cada imagen volvió a llorar y a putear con mas furia.
“¿Porque a mi? Vieja hija de puta. Llevo años a viviendo una vida de mierda, siempre ajustado, y bancándome en este lugar solo para ahorrar. Y la puta suerte me viene a cruzar con esta vieja que de un segundo al otro me deja en la ruina. Y ahora no tengo nada, nada de nada. ¿Y quien me manda a mí también? Yo soy un pelotudo. Si al menos hubiera tenido los ahorros en el banco…porque la casa no es mía, no es mi problema, pero la plata… ¡y mis corbatas! Y todas mis cosas, mi vida entera. Quizás también yo debería haberme prendido fuego”.
Despertó el lunes a la mañana, cerca de las siete, cuando lo desveló un intenso rayo de sol que se colaba entre las tablitas de la persiana. Salió de la cama haciendo el menor barullo posible y pensó en ducharse, pero el frio lo detuvo. Entonces se puso el traje y sin mirar, revolvió el cajón de las medias, de donde al azar sacó una corbata violeta. Mientras la anudaba se dirigió a la cocina y preparó un contundente desayuno que llevó hasta la cama. Eran poco mas de las siete y Luis sabia que se había echo tarde. “¿Qué importa?”, pensó, “si ya es tarde unos minutos mas o unos minutos menos no cambiaran en nada” y apropiándose de su decisión apoyó la bandeja en la mesita de luz para volcar sus manos al cuerpo de Laura que yacía a su lado y lo revivió con exóticas caricias.
Juntos comenzaron a construir un día a día compartido y feliz. Ni metódico ni ordenado, sin ahorros ni rutinas ni planes para un futuro que tal vez nunca llegaría.

sábado, 19 de junio de 2010

Trapitos al sol en Altamar 26

Dubrovnik- Miercoles 25-06-08

Un poco más relajada. Me levanté con tiempo, tranquila, me tomé un cafecito, una ducha y recién ahí me dispuse a empezar el día. Trabajé hasta las 12:30, fui a almorzar y cuando me estaba preparando para bajar a caminar por Croacia, me enteré que teníamos reunión para hacer stock de vasos. ¡Qué increíble! Ya no tenían mas cosas para inventar y arruinarme los momentos libres.
¿Todo para qué? Para descubrir lo que ya se sabía, obviamente, y es que no había en todo el barco, ni siquiera en el depósito, vasos suficientes ni presupuesto para comprarlos.
Partí después del recuento, con laptop en mano a buscar en lugar cerca del puerto, en donde me habían dicho que se conectaba internet gratis. Lo encontré, pero fue un fracaso. La mitad de los tripulantes hacían la parabólica humana con sus computadoras para enganchar señal. Todos sentados en el cordón de la vereda, en fila india, como si fuera un cyber. Yo tenía poco batería, así que me senté al lado del enchufe, pero como no se conectaba, me tuve que ir a la fila con todo el reto. En cuanto agarraba señal, me quedaba sin batería, y apenas ponía a cargar la batería me quedaba sin señal. Todo por rata. Hubiera pagado 3 euros de internet y no perdía una hora haciendo poses extrañas con la computadora.
Finalmente me agoté y decidí volver al barco a usar internet con tarjeta. ¡Si hay pobreza que no se note!. Y para ahogar las penas me tomé un helado en el camino.
Abrí Harrys a las 6:30, me pasé toda la tarde limpiando y me dejaron salir recién a la 1:45 (¡cuando el horario de cierre del bar era la una!). Lo esperé a Rafa en el 7mo, quien sabe hasta qué hora y una vez más nos quedamos haciendo terapia (en realidad él, que era el experimentado en la vida de marino, me hacía de psicólogo).

Trapitos al Sol en Altamar 25

Venecia 3- Martes 24-06-09

Fue un día bastante malo. Será que ya no podía mantener semejante ritmo, que la noche anterior me terminé durmiendo a las 6 de la mañana y amanecí a las 10.
Me tocó toda la mañana sola en Marina, demasiado tranquilo. Ojala hubiera podido decir lo mismo a la tarde, pero no, nos mataron. A las 4:30 terminó mi horario, con tanta suerte que a las 5:15 sonó la alarma para el drill de pasajeros. Terminó a las 6, justo para comer algo a las corridas y abrir Harrys Bar 15 minutos más tarde.
Ni bien tenía todo preparado para empezar a atender sonó el teléfono. Teresa a la oficina. Obviamente no eran buenas noticias, ya había perdido la noción de lo que eran las bunas noticias.
Como era de esperar, en la oficina me esperaba un “warning”. Un llamado de atención, por decirlo de otra manera. ¿Y qué pasaba a los 3 warning? A la corte del capitán, todo terminaba en la corte del capitán o con las maletas en el aeropuerto y el billete de vuelta a casa.
El warning fue por las dos llegadas tarde consecutivas. Me lo veía venir, así que bajé a la oficina, puse cara de póquer y de afligida. Esbocé un gancho en el papel y subí de nuevo a trabajar.
Con el cansancio y el mal humor a cuestas estuve a punto de agarrarme con uno de los supervisores, y ¿porqué? ¡Por defender un par de vasos!. ¿Quién creería que algún día iba a ser capaz de pelearme por 5 vasos más o menos?
Terminé el día bastante bajoneada. Seguramente por el cansancio, pero lo cierto es que puse todo en tela de juicio y volví a replantearme lo que estaba haciendo. Llevaba solamente 3 semanas y ya tenía un llamado de atención. Jamás en mi vida había tenido un llamado de atención en ningún trabajo, y lo peor era que tenía el presentimiento de que iba a ser solamente el primero de unos cuantos.

Trapitos al Sol en Altamar 24

Venecia 2 – Lunes 23-06-08

¿Será posible? ¡Me volví a quedar dormida!. Salí corriendo en pijama mientras me ponía el uniforme arriba en el ascensor. Entraba a las 10, me levanté y cinco, y a las diez y diez estaba en Plaza! Con una cara de dormida que se me caía, lagañosa, y tratando de entender lo que me pedían los pasajeros, cuando en realidad todavía estaba durmiendo.
Me la volví a mandar cuando, cual sombi, fui a llevar unas cosas sucias al pantry, y como venía con las manos ocupadas, me apoyé de lleno en la puerta para empujarla. Me di cuenta que estaba recién barnizada sólo cuando vi que mi camisa tenía un tono beige en todo el frente y que estaba bastante pegajosa. Me quise morir. Encima que me tengo que lavar la ropa, ¡ahora tenía que sacarle un pegote de barniz! Y ni hablar del olor.
Estuve así de dormida hasta la 1:15 que me tocó salir. Almorcé en el comedor y me fui a caminar por Venecia.
¡Qué cambio de clima! Pasar de estar atendiendo un bar lleno a estar sentada en la orilla de un canal, tomando mate y viendo gente pasar sin tener que darles ninguna explicación. Escuchando el ruidito del agua, viendo pasar a los gondoleros , saboreando el mate entre canción y canción. Caminar un ratito, sentarse un poco, ver vidrieras, sacar fotos, no pensar en nada. Disfrutar el paisaje, chusmear las ventanas de las casas, y ver pasar a otro gondolero…
Estuve asi un buen rato. Hable con mi hermanito Marcos por teléfono y se me acabó el tiempo de relax. Vuelta al barco.
A las 6:00, ¿en dónde? Si, en Harrys, empezaba mi segunda semana de karma. A la una y media cerré y me fui de nuevo por las calles de Venecia, pero esta vez en compañía, con Dagoberto, Paty, Karla y Liki. Ya no fueron las silenciosas calles llenas de gondoleros, sino oscuros y desiertos canales, poblados sólo por estos 6 intrusos que rompían la calma con ritmos latinos.
Quisimos tomar algo, pero en Venecia de noche, no hay ni “cielo abierto”. Como ese era el único puerto en done hacíamos “overnight”, es decir, el único lugar en donde podíamos salir de noche, preguntamos por cielo y tierra en donde era la zona de Venecia donde se concentraba la joda, pero las palabras textuales del carabinieri al que le preguntamos fueron “Venezzia é un posto incredibile per visitare ma non per vivere, non c´e niente da fare”. Traducción: ¡no hay una bosta!
Pese a no encontrar nada para hacer, volvimos al barco a las cuatro y media de la mañana. Me lo encontré a Rafa en la puerta y nos fuimos a dormir juntos.

martes, 15 de junio de 2010

Rompecabezas

“Cuando todo lo que hago se convierte en un análisis exhaustivo del ayer, del ahora y de las posibles consecuencias. Cuando dejo de ser yo, por buscar aquello que pienso se acerca a lo que yo era, cuando las cosas eran diferentes. Cuando no pensaba. Cuando actuaba y ya.
Y eso que pienso que era, cada día es un poco distinto, y termino siendo nadie…un indefinido.
A veces no es beneficioso conseguir todo lo que se quiere.

Y si ayer me enoje, ¿y hoy ya no puedo enojarme?

Como puede la vida girar de un momento al otro. Cambiar el rumbo, cambiar los vientos y las mareas. Como puede lo que ayer me hacia sonreír, romperme el alma en pedacitos con tan solo silencio. Como pueden tus palabras llegar a mí de una manera tan perversa, tan poco natural, tan condicionada por mis cien mil prejuicios que no existen.

Que extraño es actuar, esperando que actúes en consecuencia…y cambiar la estrategia, y volver al juego, y arrepentirme, y tirar la toalla, y volver…y extrañarte y odiarte en una misma frase. Y mientras tanto intentar ser lo mas natural posible, sentir lo mas natural posible.
Que extraño es amar al ayer del que solo me quedan recuerdos, e intentar volver a enamorarme en el presente, de algo que claramente ya no es.

Quizás de nada sirva la sinceridad al extremo. Solo me hace sentir mejor. Quizás ya no funcione contigo, aunque no dejó de ser una de mis estrategias, una de las tantas por las que pasé. Quizás no funcione, pero funcionará algún día con quien sea la persona capaz de aceptarme así.
Y quizás estar agotada me ayude. Porque me cansa este tire y afloje de nunca acabar, me dan ganas de borrarte definitivamente de mis registros. De mi pasado, de mi futuro. Borrar todo lo que te involucre y generar espacio para cosas nuevas, que ya no vengan condicionadas“.



Habían pasado tres largos meses. Meses en los que cada día, sin falta, lo inventaba en los colectivos o bautizaba desconocidos con su nombre. Meses en los que indefectiblemente lo llamaba con el pensamiento, como si él fuera a pensarla solo porque ella no dejara de hacerlo.
Día a día perdía lentamente las esperanzas, pero junto con el dolor, la ausencia traía también esa paz que nos da la certeza. Esta vez una triste certeza: a él no le importaba. Pero certeza al fin, que es siempre mejor que la incertidumbre de esperar, y aferrarse a la esperanza cuando todo el resto se ha dado ya por perdido.
Recién a los dos meses y medio, tuvo la extraña experiencia de conocer a otro hombre (que no casualmente, le hacia recordarlo), y el infaltable masoquismo femenino se sintió atraído. Y digo extraña experiencia porque tenían tanto en común...fue una extraña sensación la de hablar de las mismas cosas y olvidarlo un poquito mientras lo hacia presente.

Durante el día aun lo inventaba entre la gente, pero ya no lo soñaba por la noche. Seguía intrigada por su presente, pero ya no pensaba en buscarlo.
Paso por paso se alejó de esa historia terminada, pero a su vez inconclusa. No eliminó los recuerdos, pero si números de teléfono, direcciones de mail y fotografías. No dejó de quererlo, pero si de desearlo. Se dejó llevar por nuevas historias, reformuló sus proyectos, se adueñó nuevamente del 100% de su vida.
De vez en cuando lo sentía en el abrazo de otro hombre, pero rápidamente aniquilaba su fantasma con una inhalación profunda y un extenso suspiro.
Las cosas habían mejorado ampliamente. Lo había superado a tal punto, que ya no dudaba en usar el perfume que él le había regalado cuando tenía una cita. En su mente había dejado de ser ¨el hombre perfecto¨, su nombre volvía a ser solo un nombre. Ya no había calles que caminar en su encuentro, ni canciones que lo invoquen.

Pero la vida nos pone a prueba constantemente y lo que ayer era una certeza, hoy se derrumba en el instante en que ella responde el teléfono y escucha su voz al otro lado...
Tres meses, pasaron tres meses. Todavía le tiembla el pulso como si nada hubiera cambiado...


“Es cierto, creí que iba a amarte para toda la vida. Lo siento. Alguna vez vi un futuro que se desvanecía sin tu presencia. Mis pensamientos no alcanzaban a ir mas allá de mi existencia lejos de tu amparo, pero la realidad suele superar lo planeado.
No quise dejar de quererte. No lo elegí. Puedo asegurarte que todo seria tanto más fácil para mí, si aun se despertaran la ansiedad y la excitación frente a tu presencia….lo siento. Y realmente lo siento.
Hoy mi realidad esta lejos de tu alcance, no quizás de tus pensamientos. No has dejado de Ser, no dejaras nunca de Ser, ni siquiera cuando haya pasado a formar parte de tus recuerdos. Tú seguirás Siendo. Siempre. Tu presencia ocupara aun mi existencia, solo que ubicada en algún rincón a la vuelta del alma.
Igual no lo entenderías…
Quiero explicarte, pero se que no vale la pena. Porque tu corazón y el mío no funcionan de igual manera…porque nunca lo han hecho. Porque todas las palabras del universo no me alcanzarían para expresarme, porque nunca me han alcanzado. Porque si alguna vez supiste captar cuanto te amaba, no fue gracias a las palabras, no fue gracias a mí….fue el lenguaje de mi piel, envolviendo tus cinco sentidos; y ese lenguaje ya no existe en el mundo contemporáneo…
Quiero explicarte y dudo, si es a ti o a mi misma que me explico. Si busco aclararte algo que jamás me has cuestionado, o si en verdad intento convencerme de aquello que no encuentra explicación si quiera en su propio origen. Entiendo que jamás voy a poder esclarecerte lo que yo misma no acabo de comprender. Y así como busco convencerte de que ya no te amo, quisiera aprender a convencerme de lo mismo.
Es sólo que me invaden los recuerdos. Aunque busque esquivarlos, aunque intente negarme a dejarlos crecer en mi, me llenan los buenos recuerdos. ¿Y como hacer para pelear contra tu sonrisa que se congela en mi retina y nubla todas las demás sonrisas? ¿Como aprender a dejar de querer los recuerdos, que se que nunca van a lastimarme, porque son solo recuerdos, porque ya no van a cambiar, como cambian quienes los generan?”


Ella se prepara para salir. Parece más apurada que de costumbre, pero contrario a eso, dedica más tiempo del habitual a cada detalle. Es la tercera vez que controla la perilla del gas: efectivamente está cerrada. Echa un último vistazo a su alrededor para asegurarse de que todo esté en orden; se mira de frente al espejo como al pasar, y mientras toma las llaves se dirige a la puerta de entrada.
Pareciera que en su recorrida con la mirada no reparó ni un instante en la montaña de ropa apilada en el suelo, ni en los cacharros sucios en la cocina o la luz encendida del baño. Estaba muy apurada para eso.
Apenas puso un pie en la vereda entendió que el atuendo elegido (después de una larga tanda de cambios) no era el más apropiado. La temperatura había descendido abruptamente desde que ella volviera a su casa por la tarde. Una ráfaga helada se coló por su escote y se abrazó a si misma mientras apuraba el paso.

Fue en el mismo bar de siempre. Lo esperó sentada en la esquina unos diez o quince minutos: tampoco eso era novedad. Esos mágicos minutos antes del encuentro solían atraer los pensamientos más variados y delirantes. Eran minutos de tensión y reflexión, en los que buscaba calmar los nervios con teorías tan abstractas como la vida extra-terrestre o la evolución del hombre.
En esos momentos solía verse a si misma como una extraña maravilla; una maquinaria ¨natural¨ que alguna vez, alguien, había inventado para luego olvidarse se su existencia. Miraba entonces sus manos con asombro, como volviendo a la infancia, movía cada uno de sus dedos sorprendida por su capacidad de respuesta. Con el mismo encantamiento analizaba el mundo a su alrededor. Posó su mirada en un edificio antiguo, sus enormes ventanas, algunas ya dormidas, la elegancia de la mampostería, y ese gris opaco de la pintura blanca añejada. A la altura del primer piso, la escultura de un hombre sostenía un amplio balcón. Su expresión de sufrimiento y esfuerzo resultaban tan reales…su trabajo forzado sería tan antiguo como la pintura banca (ya desteñida) y a juzgar por el gris opaco, eso sería muy antiguo. Pensó que quizás el peso que cargaba y el sufrimiento en su expresión no fueran tan solo de mampostería, que así como mágicamente ella respiraba, aquella figura podría estar también sintiendo, de alguna otra manera.

Un bocinazo la devolvió a lo superfluo.
Adentro del bar sonaba Sabina, en su mente resonaban mil peguntas sin respuesta.
Comenzó a tararear ¨Con lo que eso duele¨ al compás de los músicos, intentando distraer la cabeza. Quizás Sabina no fuera lo más apropiado para distraerse: se detuvo detrás de cada frase.

Irónicamente, de tanto esperarlo, llegó cuando menos lo esperaba. De su boca salía un desafinado ¨me cansé de los desamores que duelen…¨. Fue una extraña sensación descubrirlo cara a cara, como si se hubiera materializado directo de sus pensamientos.

En el abrazo del reencuentro se fundieron todos los miedos.
“Una barrera de aire mas duro surca el espacio entre nosotros. Te miro…y tus ojos y los míos no aguantan la presión que ejerce la opuesta mirada. Es como si mi cuerpo calculara los centímetros que lo separan de tu perímetro, y encendiera una alarma cuando un movimiento cualquiera acorta la distancia. Te siento, vibro con tu energía a mi lado. Pero aunque muero de ganas de aunar esa energía con la mía, me paralizo ante la simple idea de acercarme.
Nunca mi cabeza fue tan obediente a las órdenes de mi alma. Tarde 5 cervezas y una noche en romper el hielo. Tardaste diez segundos en congelar mis intenciones.
Todavía descanso en ese abrazo. Y me pregunto si tu cuerpo siente esa fricción casi imperceptible pero llena de energía. Cierro los ojos y vuelvo a palpar tu hombro con mi mejilla; a acariciar tu espalda lentamente, a intentar transmitir lo que callo por medio de un contacto tan sutil.
Y en el oscuro imaginario de mi soledad…sonrío; porque cada vez que lo recuerdo se vuelve a llenar mi piel de esa energía, y vuelvo a sentirme protegida.
Y espero los días pasen sin robarme esa imagen, para poder hacerla real cuando no estés a mi lado, y el trajín del mundo reclame un rinconcito de contención, de tu amparo.
Anoche te soñé. Cuantas veces en los sueños dejamos salir todo aquello que nuestros miedos encierran de día….
Fue tan real, todo…bueno, casi todo parecía real. Y no es tan importante lo que acontecía, sino mi felicidad al despertar. Mis ganas de haberlo vivido, y ese dejo que tienen los sueños, de hacernos creer, que en alguna otra realidad, quizás si lo viví realmente.
Parece que a pesar de todos los miedos, me gustaría poder volver a abrazarte. No quiero enfrentarlo, no quiero hacerme cargo de mis decisiones, como hace rato no me hago cargo de nada. No quiero jugarme, porque soy cobarde, porque nunca me la juego (pese a que simule lo contrario). Pero mi inconsciente no me deja escapar tan fácil de todo eso…y me recuerda por las noches que mis deseos siguen latentes, ahí, esperando, por mucho que me niegue a oírlos.
Podría decirse que te materialicé. Que después de soñarte toda la noche te hiciste real entre el humo de la ciudad. Ojala hubiera sido como en mis sueños, pero me conformo con haberte mirado a los ojos mientras me contabas algo, que no se….que no registré, que no importaba, porque solo quería mirarte.
No entiendo, y no quiero entender. Como me nublo frente algo, o en este caso alguien, desconocido. No entiendo porque me preocupo en tratarte tan bien cuando no hay respuesta. Porque me debilito frente a tu miserable amabilidad y me pongo fuerte ante un maltrato que no me merezco, que no persigo.
¿Porque te quiero mas cuando te comportas como un idiota? ¿Que es lo que hay en tu discurso que me hace seguir intentando?”
Alguien le dijo alguna vez, que la esperanza es lo ultimo que se pierde. Palabras quizás sabias que arruinaron la vida a Penélope y quién sabe a cuantas otras mujeres. El minuto presente se sigue consumiendo sin piedad, y ella espera, a veces más, a veces menos. Espera sin saber que es lo que espera...
Y en mi carácter de testigo, yo puedo saber lo que anhela: un pasado que es historia, un ayer acontecido, que ya no volverá nunca.

lunes, 14 de junio de 2010

Breve

El televisor se encendió como por arte de magia a las 6:45 A.M. Unos minutos después, sonó también la alarma del celular. Con los ojos todavía cerrados palpó su mesita de luz tirando todo lo que encontraba a su paso: la pila de libros acumulados sin leer, la foto familiar…finalmente encontró el teléfono.
La habitación estaba todavía muy oscura como para ser horas de despertarse. ¨La noche se hizo para dormir¨ -pensó, y tras un largo bostezo estiró con furia todas sus extremidades y juntó fuerzas para sentarse en la cama. Una vez mas, era presa de sus responsabilidades. Hubiera sido bueno hacer sus ejercicios de respiración matutinos, pero el conductor del noticiero al anunciar la hora y la temperatura, le indicó que ya no estaba a tiempo.
La sensación del agua corriendo por su cuerpo ayudó a despegar las pestañas y dar por iniciado el nuevo día. Mientras se enjuagaba el pelo, chequeaba constantemente su reloj de pulsera e intentaba recordar los sueños de la noche pasada.
Tomó el café como de costumbre. Mientras lo preparaba comenzó a entreverse el resplandor de la mañana y pensó que si viviera junto al mar, pondría el despertador todos los días un minuto antes del alba para ver el sol salir en el horizonte. Hoy su horizonte se limitaba al edificio de enfrente, donde un hombre preparaba su desayuno casi tan automáticamente como ella.
Anduvo las dos cuadras hasta el metro con paso ligero; un poco por el apuro que llevaba, otro poco porque seguía el ritmo de la música que sonaba en su reproductor (si mal no recuerdo era el canto del loco).
El tren no tardó en llegar, pero al ver lo comprimida que se encontraba la gente en su interior dudó un minuto antes de subirse. Volvió a controlar su reloj de pulsera que daba ya las 7:32. No podía darse el lujo de dejarlo pasar, así que respiró profundo (como si supiera que iba a ser la última vez por un rato) y filtró su cuerpo entre la masa contorsionándose lentamente. Creyó que la vida era muy injusta, ¿quién merecía arrancar su día así? Viajando hacinados como vacas…ni aun las vacas serían dignas de eso. Al menos serían unas pocas estaciones.

Giró la llave en la cerradura y con el crujido habitual de la puerta entró en la oscuridad de su casa. Al cerrarse tras de si, se perdió el único haz de luz que venia del pasillo, por lo que se apuró hasta la cocina y encendió el interruptor. Abrió la heladera, la recorrió de arriba abajo con la mirada y tras un largo suspiro tomó la botella de agua. Un día demasiado largo como para cocinar a esas horas. Unos pocos sorbos de agua bien fresca le dieron el alivio que buscaba. Al fin y al cabo mañana estaba ya muy cerca y pronto seria la hora de desayunar.
Los pasos que la llevaron hasta la habitación parecieron eternos. Se desplomó en la cama todavía con ropa, clavó la vista en el techo (en una pequeña mancha de humedad en el techo)y dejó que recorra por su mente en blanco un breve resumen del día.
Pues bien, no vivía a orillas del mar como para ver el alba cada mañana, y el metro seguiría por ahora siendo el mismo hacinamiento y agobio de todos los días; pero al menos tenia un techo que guardaba sus sueños y un colchón que además de cobijarla atajaba por las noches sus ilusiones dormidas.
Pensó en su fortuna por tener un lugar donde descansar , cuando su cuerpo ya no tenía fuerzas para ponerse el pijama.
Por un momento usurpó sus reflexiones la muchacha del metro. Ojala no llorara ya. Concentró todas sus fuerzas para que de alguna manera sus lágrimas se convirtieran en espejitos de colores y esperanzas voladoras. Le urgía llegar a ella en un abrazo de consuelo. Invocó a su infancia, y con mucho esfuerzo convirtió esa manchita de humedad en el techo, en una criatura mágica. Tan mágica como lo fueron alguna vez el hombre del sombrero y la piernita sin dueño. Ella llevaría el abrazo a destino, y seria el mejor de los abrazos, de esos que nos llegan en el momento menos esperado y nos toman por sorpresa cuando mas los necesitamos.
Hizo fuerza, mucha fuerza… una bolita de pelos del tamaño de una pelota de tenis, gran sonrisa y apariencia amigable cobró vida ante sus ojos. Desapareció velozmente justo cuando ella empezaba a quedarse dormida; tan rápidamente como si entendiera la urgencia que la había creado.

La mañana la encontró aun sin pijama.

Rutina

Es jueves a la mañana, eso de las siete y media. Paso por la esquina y está ahí, con su café y el diario, como todos los días. En la misma posición que lo vi al pasar el miércoles, el mismo café del martes, y el mismo diario del lunes. Y así estará también mañana.
Ese hombre es ya parte de mis mañanas, y jamás hemos cruzado palabra, nunca me vio (o eso creo), porque no saca la vista del diario siquiera para echar un sorbo a la taza. ¡Que monotonía! Quién sabe durante cuantos años ha llevado esta rutina, antes de que yo lo descubra y su rutina se vuelva también parte de la mía. Porque mientras sigo caminando y atando cabos, a muchos pasos ya de la ventana del café de la esquina, entiendo que también yo estoy ahí cada mañana, permitiendo que eso pase. Lo vi el lunes, el martes, ayer...y lo veré mañana; y el solo hecho de verlo cada día me vuelve parte de una rutina parecida...
Pensamientos demasiado filosóficos para las 8 AM. Subo al subte abstraída del mundo y el enjambre humano, el calor de la gente, me llevan a preocuparme por cosas mucho más banales. Veo caras, miles de caras apretujadas y sudorosas que comparten conmigo este viaje aunque vaguen también en sus pequeñas burbujas.
Y caigo, otra vez caigo, porque en muchas de esas caras te encuentro; porque un pensamiento me arrastra al otro e indefectiblemente vuelvo a pensarte. E igual que ayer, seguramente igual que mañana, te llevo conmigo durante todo -el día, y eso te vuelve una dolorosa rutina, de la que no logro escaparme...

Reflexion

Tantas cosas que escapan a nuestros ojos…Hay tantas que suceden mientras vivimos nuestra miserable porción de la eternidad.
El dia a dia nos excede, y a veces nos asombra la ficción, sin detenernos a observar la realidad que suele ser mucho mas asombrosa. Hay tantas cosas que escapan a nuestros ojos y tantas cosas que preferimos dejar escapar. Vivimos comodamente un presente que desvanece a cada instante y que sin duda, no será eterno. Cada día vemos destruirse el entorno, vemos sufrir al mundo, somos participes de la sutil debacle, pero cerramos los ojos y soñamos con grandes planes a futuro…un futuro que no existe…
Vivimos convencidos de lo que nos venden. ¿Y si pudiéramos elegir sin prejuicios ni condicionantes?

No lo entenderias

Es cierto, creí que iba a amarte para toda la vida. Lo siento. Alguna vez vi un futuro que se desvanecía sin tu presencia. Mis pensamientos no alcanzaban a ir mas allá de mi existencia lejos de tu amparo, pero la realidad suele superar lo planeado.
No quise dejar de quererte. No lo elegí. Puedo asegurarte que todo seria tanto más fácil para mí, si aun se despertaran la ansiedad y la excitación frente a tu presencia….lo siento. Y realmente lo siento.
Hoy mi realidad esta lejos de tu alcance, no quizás de tus pensamientos. No has dejado de Ser, no dejaras nunca de Ser, ni siquiera cuando haya pasado a formar parte de tus recuerdos. Tú seguirás Siendo. Siempre. Tu presencia ocupara aun mi existencia, solo que ubicada en algún rincón a la vuelta del alma.
Igual no lo entenderías…
Quiero explicarte, pero se que no vale la pena. Porque tu corazón y el mío no funcionan de igual manera…porque nunca lo han hecho. Porque todas las palabras del universo no me alcanzarían para expresarme, porque nunca me han alcanzado. Porque si alguna vez supiste captar cuanto te amaba, no fue gracias a las palabras, no fue gracias a mí….fue el lenguaje de mi piel, envolviendo tus cinco sentidos; y ese lenguaje ya no existe en el mundo contemporáneo…
Quiero explicarte y dudo, si es a ti o a mi misma que me explico. Si busco aclararte algo que jamás me has cuestionado, o si en verdad intento convencerme de aquello que no encuentra explicación si quiera en su propio origen. Entiendo que jamás voy a poder esclarecerte lo que yo misma no acabo de comprender. Y así como busco convencerte de que ya no te amo, quisiera aprender a convencerme de lo mismo.

Es sólo que me invaden los recuerdos. Aunque busque esquivarlos, aunque intente negarme a dejarlos crecer en mi, me llenan los buenos recuerdos. ¿Y como hacer para pelear contra tu sonrisa que se congela en mi retina y nubla todas las demás sonrisas? ¿Como aprender a dejar de querer los recuerdos, que se que nunca van a lastimarme, porque son solo recuerdos, porque ya no van a cambiar, como cambian quienes los generan?

Trapitos al Sol en Altamar 23

Venecia 1- domingo 22-06-08

Empecé el día con el pie izquierdo. Me levanté a las 10, super tranquila, me fui a desayunar, y a las 10:40, cuando me disponía a ir a trabajar para llegar un poco temprano, me di cuenta que entraba ¡a las 10!. Salí corriendo, llegué super tarde y justo acababa de pasar uno de los supervisores a preguntar por mí. Creo que zafé porque no me dijeron nada. Me tuvieron toda la mañana girando entre Marina y Plaza hasta la 1:30. Almorcé con Rafita, nos tiramos media hora de siesta en su cabina (que ya era su cabina casi tanto como la mía). A las 2:30 me tocó hacer training de grupo. Si, otra vez training. Esta vez fue sobre como bajar el life raft o bote salvavidas. Dentro del bajón de tener que interrumpir la siesta para ir a un entrenamiento, estuvo bastante divertido. Me ofrecí como voluntaria para girar la manivela que baja el bote hasta el agua y no me aceptaron porque con el poco ritmo que tenia ¡nos ahogábamos todos!.
A las 3 me escapé. Bajamos a tomar un cafecito al puerto, con algunos chicos del bar: Paty de chile, Liki, hondureño, y el Chamito, el venezolano de mi segundo hogar.
La noche fue tranquila, otra vez en Harrys, de despedida en despedida por el cambio de crucero. Para variar un poco terminé a la 1:05. El tour de siempre, pasé por la disco a saludar a Rafa, de ahí al 7mo a escribir un poco. Me encontré con Dieguito y cinara, charlamos un ratito y a las 3 me fui a la cucha.

Trapitos al Sol en Altamar 22

Dubrovnik- Sábado 21-06-08

Casi me muero de un infarto sin siquiera haber amanecido. Dormía plácidamente en la cama de mi “marido”, tan desprovista de vestiduras como Dios nos trajo al mundo, cuando de la nada, inesperadamente casi nos tiran la puerta abajo al grito de “¡Cabin Inspection!”. Supuestamente, una de las bondades del servicio militar que estábamos haciendo, era que los encargados de cerrar la discoteca, por acostarse a las 4 de la mañana, no tenían cabin inspection para no despertarlos a las 10. Evidentemente no lo tuvieron muy en cuenta.
Rafa se levantó exagerando su cara de dormido y los pelos parados a abrirles la puerta, mientras la luz de la cabina seguía apagada en signo de “estoy durmiendo, ¿no se dan cuenta?”. Yo mientras contenía la respiración detrás de la cortinita de la cama, tapada por completo rezando al Señor Jesucristo y a todos los santos que por favor no entren a revisar. Por suerte la estrategia dio resultado y se fueron sin cuestionamientos.
Trabajé en Marina de 12 a 4:30, media hora de siestita, cena a las 5:30 y a las 6 y cuarto como siempre en Harrys. Bastante mal humorada, lo primero que hice fue recolectar mis vasos por todo el barco. No se puede creer, un barco con 8 bares y que no haya vasos suficientes para todos. Cada noche tenía que cargar un rack lleno desde Broadway, otro de la disco y robarme copas de Martini por ahí. Si o si me tocaba entrar al menos 15 minutos antes para recorrer todo el barco en busca de elementos básicos para trabajar, porque a las 6 y media si o si ya me tocaba pararme como centinela toda la noche en la barra sin poder moverme y sin nadie que me de una mano en los momentos movidos.

Trapitos al Sol en Altamar 21

Navegación-Viernes 20-06-09

Trabajo, trabajo y más trabajo, como todos los días de navegación. De 12 a 4:30 en Marina, de 6:30 a 1:30 am en Harrys. Después del trabajo a hacer limpieza para la cabin inspection del día siguiente. Un ratito de internet para no perder el contacto con la familia y los amigos y entre una cosa y otra se hicieron las 4:30 de la mañana. Considerando la hora y que Rafa ya había cerrado la disco, me fui a dormir con él.

viernes, 11 de junio de 2010

06-04

Te espere donde el corazon no late
sino que galopa el alma...

Parece que lo oscuro te tuviera miedo,
porque cuando entraste se acabo la noche
y todo se torno tan transparente
que solo estabas vos en el silencio.
Mi alma desbordó su ahogo.
Un gesto de muchos te quiero,
adios de pocas palabras
sin saber extinguir el orgullo.
Mas cuando el alma no es valiente,
nuestras voces no hablan solas.

Ya no dejes que vea rodar otra lagrima,
no permitas que tus palabras
se evaporen en mis manos.
Es corto el tiempo que queda para suspirarlas
y largo el porvenir, sin ya poder escucharlas.

Una vez mas fue tal la transparencia,
que de haber caído una gota de lluvia
habría llegado hasta nosotros su eco
mojándonos así los labios secos...

Lastima que sepa quedar siempre algún asunto
y que la injusta desventura
los mande a que interrumpan.

Setenta veces siete me arrepiento de aquel día.
Son presuntos momentos eternos,
tiempos de reloj de corta vida
que quedan como cierre de la historia
de tantos miles, de eternas horas compartidas...

Viejos amores eternos

Viejos amores eternos.
Nadie entendería,
que algunos años después,
cuando ya hemos dejado de vernos,
me llene yo de alegría
al poder verte otra vez.

Porque mi alma no olvida
y aunque a veces me lastime,
¿como dejar de querer
a quien fue el amor de mi vida?

No abandono la ilusión,
aunque pierda la esperanza,
porque te amo aunque me olvides
y esperarte es mi venganza.

Que nos pasa?

Que nos pasa?
El mundo esta loco.
El alboroto se ha vuelto rutina,
el reloj va a mil por hora,
pero el tiempo no camina.

Entre el desorden y el caos
nos bombardea el bullicio
el gritar se ha vuelto un vicio.

Hemos desviado nuestra energia,
los sentimientos son inaccesibles,
las sonrisas se han vuelto invisibles
y el stress es el plato del dia.

Vivimos en un basurero
y pateamos las latas,
silvando bajito...

La "palabra de honor" ya no vale
la moral se ha puesto en venta,
el orgullo ya no cuenta
la honestidad no nos sale.

Que nos pasa?
No vemos lo que nos rodea?
La realidad nos cachetea
y damos vuelta la cara...

Falta la Magia

Se que tengo tanto por decir
Y tan poco claro, que es lo que quiero decirte,
Que por mas que tu silencio, le abra paso a mi sentir
Las palabras no quieren fluir:
Quizás cobardía, o temor a herirte.

Es inevitable que la vida
nos ponga cada vez frente a un espejo,
tus palabras de hoy, ayer fueron las mías,
y vos sos el pasado que reflejo.

La amistad vuelve a pararse en la cornisa
(su situación es cada vez mas delicada),
o la empuja el amor hacia el abismo
o salta sola, una vez abandonada.

Como duele el alma cuando entiende
que no hay nada que hacer contra el destino,
porque en un descuido, se olvidó la magia
Quien sea que te puso en mi camino...

19-10.04

Tanta nada que queda detrás,
Contra algo que guarda el camino:
Vivo constantemente
Batiendo a duelo a mi destino...

Hacia donde irán mis pasos
Sin saber que los estoy siguiendo?
Tal vez ellos sepan el rumbo
Y me lo estén escondiendo....

Y no piensa parar este mundo
Que se empecina en girar sin retorno,
mientras reboto entre el cielo y la tierra,
mientras la paz me declara la guerra...

Y pienso en muchas preguntas
pero sentir no me da una respuesta.
Y siento mucho y entiendo muy poco
Quizás el sentir no es para los locos.

Y que sentido tiene este texto?
cuando Vivir no requiere pretextos.
Cual es el fin de lo que digo
Si estas palabras se quedan conmigo?


Si yo no podre detener,
Lo que sea que este viniendo...
Si quizás nunca pueda borrar
Lo que hoy estoy escribiendo...

Teu 19/10/2004 2.04 AM

Trapitos al Sol en Altamar 20

Mykonos- Jueves 19-06-09

Me levante en lo de Rafa. No hace falta que de muchos detalles: la carne es débil.
A las 11 nos pusieron una reunión, asique amanecimos los tres al mismo tiempo: Rafa, yo y El Chamo (el pobre Carlitos que habitaba la cama de abajo a la cucheta donde dormíamos con Rafa).
Después de una duchita partimos hacia la meeting, en la que, como era de esperar, no hicieron más que criticarnos. Por suerte no duró mucho, asi que volvimos a la cabina a dormir una horita más.
A las dos Rafa entró a trabajar, y yo partí para la playa. ¡Mi primera ida a la playa! Saltaba de la felicidad. La playa en Mykonos estaba muy cerca del puerto donde atracábamos, a diez minutos caminando. Le decíamos la Crew Beach, porque un 80% de la gente en la playa eran tripulantes del barco. Era el lugar ideal para bajar, no hacía falta más de una hora libre para poder tomar un poquito de sol y darse un baño en el Mar.
Ese día me encontré con Jorge y David, dos compañeritos de trabajo. Me invitaron una cerveza, chapoteamos un rato y a las 4 volvimos a la prisión.
Tuve hasta tiempo de dormir una siestita. Trabajé de 6 y media a 3 de la mañana. Primero cerré Harrys, como toda la semana, y después me tocó hacer special cleaning en Marina. Si había un bar que no le deseaba a nadie para hacer special cleaning , ese era Marina. Parecía que no se terminaba más. La barra medía como 20 metros de largo, todo el bajo mesada eran heladeras, tenía tres estaciones de trabajo distintas y como se servía siempre a diez mil por hora, solía estar todo chorreado con alcohol por doquier. EL piso había que baldearlo con detergente y después lavandina. Barriendo las latas caídas debajo de las heladeras y fregando gota por gota las manchas del piso. Pantalones arremangados hasta la rodilla, los zapatos inundados con agua sucia, las medias y pies empapados, y el cuerpo agotado después de todo el día de trabajo.
Para rematar la noche, nos fuimos con una de las chicas, Suelen, a tomar unas cervecitas al 7mo, que con mucha generosidad nos dio Rafa de la disco.
Habiendo cenado a las 5:30 de la tarde y siendo ya casi las 3:30 de la mañana, evidentemente el estómago chillaba resentido. Sin dudarlo mucho, son Suelen nos metimos en la cocina y le pedimos a los filipinos que estaban ya sacando del horno las facturas para el desayuno, una pequeña donación. Hicimos picnic con medias lunas y cerveza hasta las 5 de la mañana que finalmente me dormí. Por suerte ese día tocaba cambiar relojes una hora para atrás.

Trapitos al Sol en Altamar 19

Rodas-Miércoles 18-06-08

Un día de locos. Trabajé 13 horas, de las cuales 8 me dieron banana sin parar.
Apenas me desperté, pasé por el Crew Mess a tomar un cafecito, lo vi a Rafa tres minutos y subí a trabajar a Marina. En el pasillo, mientras esperaba el ascensor, me crucé con la enfermera, que no tuvo mejor idea que pedirme que le muestre las manos y decirme que tenía que cortarme las uñas como ella porque las tenía muy largas (ella tenía las uñas comidas casi hasta el nudillo). Una vez en Marina, me recibió Fernelis, el Head Bartender, digamos que uno de mis ochenta jefes. Buscando de donde agarrarse para tener también algo para decirme, miró mis zapatillas “All Star” blancas y osó decirme que tenía que comprarme zapatillas ¡blancas!. Pensé que me estaba cargando, que era daltónico. “Son blancas Fernelis”-le dije, pero me retrucó con la respuesta más imbécil que había escuchado en mi vida: “No, tienen una rayita colorada, y tienen que ser blancas, blancas”.
Mi nivel de tolerancia cada vez estaba más bajo. ¡Esto era peor que el servicio militar! No llevaba ni un mes trabajando, no había cobrado ni medio sueldo y ya me habían hecho comprar camisas, zapatos, y ahora zapatillas. La dejé pasar, y traté de no estresarme innecesariamente.
Inhalen, exhalen, inhalen, exhalen…ya estaba algo más relajada, cuando a la media hora me choqué con Julián, el Bar Manager, el más top de los ochenta jefes que les digo. A ver…a ver con que me agarraban esta vuelta…
“Ese anillo que tenés es muy grande Teresa, te lo tenés que sacar”. (Se refería al sello con mis iniciales, el anillo que no me saco jamás). Y yo que me había dejado sólo un anillo, como decía el reglamento, para evitar conflictos, entré en cólera.
Ya había contado hasta 900, pero seguía con bronca. Para que no se me pase, Fernelis me siguió dando banana porque había tareas en Marina que no estaban hechas (que a mí nadie me había dicho que había que hacer tampoco) y para completar me mandaron a la corte del capitán.
Si, si, no me faltó nada. A la una estaba con el capi, que me gritaba, como todos los anteriores, pero esta vez porque había faltado al simulacro de pasajeros. Si, ¡de pasajeros!. ¡Y yo que sabía que también tenía que hacer el simulacro de evacuación de los pasajeros!
A la 1:10 le toqué la puerta a Rafa, necesitaba desahogar toda mi ira con alguien. Apenas abrió la puerta le dí un abrazo que casi lo deja sin aire y ya me sentí mucho mejor. Me acuerdo de ese abrazo como si hubiera sido ayer. Almorzamos juntos y a la 1:40 volví a trabajar otra vez hasta las 4.
Otra vez aproveché la media horita de sueño, hasta las 5, que me cambié a las corridas, comí algo y volví a abrir Harry´s a las 6:15. Todavía no puedo creer que a las 5 y media de la tarde estaba cenando.
La tarde fue algo mejor que la mañana. Al menos se pasó rápido, De a poco me había hecho algunos clientes que pasaban a verme mas por lástima que otra cosa, y yo ya estaba un poco más organizada. Salvo las cosas de heladera (¡no se puede creer que llamen “bar” a algo que no tiene ni heladera!), el resto tenía todo.
Terminé mi día fatal escuchando las quejas de una vieja que estuvo a punto de agarrarse a piñas en mi bar. La situación fue la siguiente:
Noche de bingo en Rendez Vous. Los chicos de entretenimiento repartían cartoncitos por dos euros cada uno y armaban un par de jugadas de bingo. La vieja numero uno le chista a la vieja numero dos para que se calle porque no escuchaba los números que se anunciaban. A lo cual la vieja numero dos se gira desde su mesa con cara de tigre salvaje, y la manda a la mierda. La vieja numero uno se calienta por el modo, se trenzan entre ellas y ambos maridos a la defensa casi se trompean.
Yo que ya había terminado mis tareas, y que bastante de india me tenían como para dármela de cacique y andar manejando quejas, me saqué el tema de encima, llamé al bar manager, y me las tomé.
Pasé por la disco a saludar a mi chico y me fui a la cabina a planchar las camisas limpias. Si, a planchar a las 2 de la mañana, y ¿sino cuándo lo hacía?.
Paso obligado por el 7mo y mientras hacía los deberes me mandé la última del día: me metí vestida de civil, en la cocina del restaurante buscando un teléfono para llamarlo a Rafa (cosa que no se podía andar paseando por la cocina). Llamé a la discoteca y me atendió Mihai, ooootro de los supervisores. Como una tarda me puse nerviosa porque sabía que me la estaba mandando, y me traicionaron los instintos: sólo pregunté “¿Rafa?” y acto seguido le corté.
“Toda esta gente que veo alrededor, que se dan besos y abrazos, y actúan como si fueran pareja de toda la vida. ¿se querrán?. Bueno, quererse si, seguro, pero ¿sobre que fundamentos?, ¿en que realidad?. Cada vez estoy más convencida de que esto del barco es un paréntesis en la vida de las personas. Tiene un principio y un final, y todo lo que pase en el medio jamás existió, salvo que deje consecuencias.
¿Y yo? ¿Qué tipo de paréntesis quiero que sea?¿Qué vine a buscar? O mejor dicho, ¿qué encontré?. Llevo dos semanas a bordo pero con lo largo que son los días, cada uno parece un mes.
Hoy en el deck 7 encontré con la luna que nunca me falla. Llena y más brillante que nunca. Escribo mientras lo espero a Rafa que le toca cerrar la disco (la música corta a las 3 de la mañana). Seguramente me vaya a dormir con él, y quiero pero no quiero. Me retumban todavía en la cabeza las palabras de Chuzas cuando estuve por última vez con el saliente: ¨¿Ahora entendés la diferencia entre tener sexo y hacer el amor?¨. Me lo dijo riendo, pero tenía razón.

Trapitos al sol en Altamar 18

Santorini- Martes 17-06-08

Agotada. El alcohol en sangre no es bueno. A las 11 menos cuarto estaba trabajando en el Plaza, y a los 15 minutos me llamaron para “darme banana” porque mi horario era en Marina y no en Plaza. Como el uniforme es diferente, tuve que salir corriendo a mi cabina, cambiarme en tres segundos y volver a subir a Marina.
Ahí me tocó hasta las 4 de la tarde. Como castigo me mandaron a la “wine station”. Una mesita que estaba al lado de la pileta, separada de la barra, en medio de la nada misma y al rayo del sol. Sirviendo sólo cerveza y vino a los pasajeros que osaban asomarse cada muerte de obispo.
Siempre digo que manteniendo semejante ritmo de vida, uno aprende a aprovechar los minutos de sueño al máximo. En mi casa nunca quise tirarme a dormir la siesta si no tenía al menos dos horas para dormir, porque decía que de dormir menos, me levantaba de mal humor. En el barco, he llegado a dormir diez minutos y levantarme totalmente renovada.
Ese día, cuando bajé de Marina, me acosté media horita, me tomé un cafecito con pan con manteca y a las 6 y 20 volví a abrir Harry´s.
La única ventaja de ese bar de porquería, que detesté durante las dos semanas que me tocó estar encargada, era que a la 1:15, en un día normal, ya estabas afuera.
Pasé por la disco a saludarlo a Rafita, nos fuimos a fumar un puchito al 7mo y de ahí a la “Crew Party”. ¿quién dijo que no había diversión para los empleados? Las Crew Partys se hacían más o menos una vez por mes. De los 600 tripulantes, los 300 que podían se compactaban en el Crew Bar, se tomaban dos cervezas cada uno (el límite máximo permitido para que no te bajen por Alco Test), bailaban tres canciones y a la cama. Con el detalle de que las fiestas terminaban a las 2 de la mañana, por lo que la gente del bar rara vez podía asistir.
Después de bailar 5 canciones, apurar dos cervezas y morirme de calor un rato, volví a mi cabina a llamarlo a Rafa, que seguía trabajando. Me pidió que lo espere en su cabina hasta que termine. ¡Como si viviera sólo!. Me pareció un desacatado, ¿cómo me iba a meter con SU llave, en SU cabina, a charlar con su compañero y esperarlo como si estuviera en mi casa?
Me dormí a las 3:30, sola en mi cama. Como una nena buena. Como una de las pocas veces que sería una nena buena.

Trapitos al sol en Altamar 17

Atenas- Lunes 16-06-08

Entré a trabajar a las 11 de la mañana, habiendo dormido con suerte 5 horas. Un día más en Plaza, aburrido.
Salí a la una y media del medio día a dar una vuelta por Atenas, caminé sin rumbo una hora, me tomé una coca y a las 3 volví al “hogar”. Intenté recuperar un poco el sueño y me tiré a dormir un ratito, pero pese a la oscuridad de la cabina, al agradable silencio, la cortinita de mi privacidad cerrada y estar tapada hasta el cuello, el dormir se puso complicado. Me desperté cincuenta veces soñando con pedidos como cubatas, pacharanes y orujos de hierba. Para culminar las interrupciones, ¿quién me llamó?... Tony, el de la banda, ¡otra vez!
A las 6 de la tarde estaba abriendo Harry´s bar. El bar más precario de todos los que me tocó atender. Un bar, que para darles una idea, no tenía ni heladera.
Abrí a las 6 y cerré a la 1 y 15. Sin mayores acontecimientos. Corriendo cincuenta veces de ida y vuelta a Rendez Vous a buscar todo lo que me faltaba. En Harry´s parecia no haber nada. Encima dependía de Rendez Vous, con lo cual todas las semanas había que llevar y traer todo el botellerío para que se compute con el stock de ahí. Hasta que más o menos puse las cosas en orden me llevó al menos una semanita.
Para relajar un poco la musculatura, cuando salí me tomé una cervecita en el Crew Bar con Freddy. Bueno, lo de una cervecita es simbólico, fueron un par más que una. Y lo del Crew Bar es representativo, porque en realidad las cervezas las había “tomado prestadas” Freddy de alguno de los bares.
Hasta ese entonces todavía era bastante inocente. Se podría decir que me daba culpa sacar cosas de los bares. Freddy no.
Freddy… a ver, como para ubicarlos un poco, cierren los ojos e imagínense a Fido Dido, el personaje de Sprite. ¿Lo tienen? Bueno, Freddy tenía un look parecido, alto, flaquito, colgado como pocos. Colombiano. Relajado, no se hacía problema por nada. Trabajaba también en las barras.
En Atenas, Freddy me “invitó” a tomar una cerveza. Pasó por el bar del Casino, cruzó dos palabras con Rafa que estaba de encargado, se metí una lata en cada media y cuatro en el chaleco de seguridad, dos a cada lado de la cintura. Caminando como robocop, conmigo siguiéndolo y aprendiendo de sus vivezas colombianas, nos fuimos al Crew Bar. En la oscuridad del sucucho ubicado en el menos uno, se sacó las latas de la media, una para cada uno, y ¡salud!.

lunes, 7 de junio de 2010

La locura de los sueños

Yo lo vi, lo vi con mis propios ojos. Era real. Y no es la primera vez que los veo, aunque ya había olvidado las anteriores. Lo de hoy me hizo recordar; claro que no siempre son iguales…varían según la noche, el lugar y las circunstancias.
Hoy fue una pierna. En realidad yo solo llegue a ver la pierna mientras se escondía de cabeza debajo de mi cama (pero eso no quiere decir que esa pierna no tuviera un dueño). Pasaba apretujada entre la pared y el colchón. Por supuesto que no era una pierna normal, como la tuya, o la mia, era mucho mas diminuta, como del tamaño de un antebrazo, si…algo asi. Por lo que pude ver llevaba unas mediecitas blancas, tan diminutas como la pierna en si, y también tan blancas. Eran medias de niña buena, apenas debajo de la rodilla y terminadas con puntillas de encaje.
Pese a ser una pierna chiquita, le costó bastante escabullirse debajo de la cama. Con decir que tuve que parpadear unas 3 o 4 veces hasta que finalmente desapareció. En su lugar solo quedo la cortina que protege la ventana, logrando ese ambiente sombrío, en donde las cosas mas misteriosas pueden suceder.

Todavía un poco dormida, y acostumbrándome a la luz del dia salté de la cama y decidí olvidarla. No era la primera vez, ni seria la ultima, que encuentre al despertar, criaturas merodeando en mi alcoba.
Había visto ates muchas otras..sobre todo de niña. La visita mas común era el hombre de negro, que tenia una habilidad monstruosa para desaparecer detrás de la puerta y dejar tan solo su sobretodo colgado en el perchero. También vi gatos gigantes convertirse en mochilas, y animales de todo tipo camuflarse con la pared, hasta volverse simplemente una mancha en la pintura. Todos ellos tenían algo en común: eran increíblemente reales al abrir los ojos por la mañana, pero se volvían difusos al primer parpadeo y al tercero o cuarto ya eran simplemente alguna cosa mas en e ambiente. Nada extraño, nada que tuviera vida.

Tengo que reconocer que temía sus visitas. Hoy creo que mas bien, son ellos los que me temen. Cada vez frecuentan menos mis mañanas y desaparecen sin esfuerzo ante el primer parpadeo. Les cuesta mas llamar mi atención, o quizás soy yo que me niego a descubrirlos. Ya no les temo, pero tampoco me sorprenden…fueron perdiendo el encanto, la magia…


Me apena entender que al abrir los ojos, mato con mi razón a ese mundo paralelo que vive mientras no me entero. Que mis propios sueños juegan conmigo en la noche, pero escapan despavoridos cuado la razón interviene. Temo que se cansen de no lograr sorprenderme y que todo pierda definitivamente su encanto, que las cosas ya no cobren vida en la noche.

Y mientras salto de la cama a la rutina, me agobia la cordura y asoma la monotonía, me propongo hacer a un lado la razón, y dejar que me haga compañía

la locura de los sueños…

PAsajero en transito

A las palabras se las lleva el viento. Cuando hay palabras…, porque no se siquiera si hablaron esa noche.
Hablaron si, con la mirada, que no suele ser lo mismo. En ese lenguaje mucho mas fuerte con la particularidad, de que en algunos casos, solo en algunos casos, cada quien lee en la mirada opuesta simplemente lo que quiere.
Si pude oír en cambio, el momento en que la invitaba a pasar la noche, y vi como ella asentía con un sutil movimiento de cabeza. Insegura. Con una mezcla de deseo y temor: seguía y seguía asintiendo. Desde ese minuto puedo asegurar que ya no se dijeron palabra. Diría que no emitieron sonido, pero sería pecar de mentiroso.
Bajo una fina garúa de invierno pararon un taxi fantasma y no dejaron de acariciarse hasta llegar a destino. Oí sus pasos en la avenida. Cruzaron bajo la lluvia atravesando el silencio reinante de la noche. Luego los perdí de vista tras la puerta de un hotel que hasta entonces desconocía.
Pasillo.
Ascensor.
Pasillo…
Una puerta con llave magnética que invitaba a la cama (a la que no tardarían en llegar).
Cuatro paredes más blancas que la nieve. Igual de blancas las sabanas y el pedacito de piel que revelaba su escote. El silencio de la calle multiplicado por ocho, llenaba la habitación completa y hacia retumbar aún más el sonido de sus besos. Dos cuerpos desconocidos empezaban a encontrarse. Dos almas confundidas se sentaban a mirar desde los pies de la cama, quedando instantáneamente fuera del juego.
Él empezó por su blusa. Intrigado por comprobar qué tan blanco era el pecho que se dejaba entrever. La quitó con tanta facilidad como si él mismo la hubiera vestido unas horas antes. Ella siguió sus pasos casi a modo de venganza. Cada botón de la camisa era un pequeño triunfo, una batalla ganada. La desprendió con calma, lentamente, sin quitarle los ojos de encima, y cuando al fin la camisa estuvo en el suelo, hizo lo mismo con su propio sostén, para poder sentir su piel plenamente. El acercó sus labios hacia ella. Esos labios suaves y delgados, que no parecían tener ni una imperfección, ni una línea fuera de lugar. La besó una y otra vez, lentamente, en los ojos, en el cuello, en la boca. Casi sin quererlo reposó todo su cuerpo sobre el pálido torso desnudo. Ella sintió la calidez de su pecho, cada latido de ese agitado corazón…lo abrazó con más fuerza.
Los zapatos y el pantalón desaparecieron como por arte de magia. Antes de que pudieran saberlo, los dos cuerpos yacían completamente despojados de todo, de su ropa, sus prejuicios, sentimientos y deseos. Incluso despojados de sus almas, que sentadas aún en la orilla de la cama, contemplaban la situación, horrorizadas.
Sólo rompieron el silencio con múltiples gemidos y gritos de placer. Solo se hablaron para susurrarse al oído sus preferencias sexuales e intentar compartir con palabras la excitación que experimentaban. Mataron al silencio de la noche con la música de la lujuria, perdiendo el sentido del mundo a su alrededor, ignorando la vida detrás de esas cuatro paredes blancas que oficiaban de testigos.
Un grito final devolvió la calma. Rendidos, entrelazados, llenos de gozo y sin alma, pasaron el resto de la noche abrazados, viviendo dos sueños diferentes.
Pasillo.
Ascensor.
Pasillo.
Se despidieron por la mañana. Él llegó tarde al trabajo, nadie entendió porque sonreía. Ella caminaba bajo un cielo gris riendo sola a carcajadas: “A veces hay mejores cosas para hacer, que comer pollo frio con la mano a las cuatro de la madrugada”…

Atilidilandia

Me llevó un largo tiempo descubrirlo, pero estoy convencida: Atilia vive en un planeta naranja. Si, si. Así como lo digo, tal como suena y como creen que lo escucharon: un planeta naranja. Es un planeta dentro de otro planeta. Por decirlo de alguna manera, un planeta privado o “unipersonal”. El único ser que entra allí es Atilia.
Creo que si me llevó tantos años descubrirlo es porque aún ni siquiera ella lo sabe. Y ahora que yo lo se, tampoco quiero decírselo, claro. No por egoísta ni porque sea un secreto, pero calculo que Atilia no necesita saber de su existencia, simplemente vive allí, y con eso debe alcanzarle.
¡Ojala yo tuviera un planeta como el de Atilia!

Después de años y años de una minuciosa investigación entendí todo a la perfección, bueno… casi todo. Igual voy a intentar explicarlo, aunque no creo poder transmitir lo que sentí cuando descubrí Atilidilandia (como llamo ahora al especial planeta naranja de Atilia).
Atilidalandia existe, aunque muchos lo nieguen sólo porque no pueden verlo. A decir verdad, tampoco yo lo he visto nunca, pero aún así, se que es real. Atilidilandia dista mucho del planeta tierra, más bien se parece a Júpiter, o a Saturno. Su superficie no está bien definida. Todavía no he podido saber si es de vidrio, acrílico, espuma, agua o gas. No. De vidrio o acrílico seguro que no, más bien será de gas, o de espuma. Si, creo que es de gas. Nada rígido, es un planeta suavecito y transparente (pese a su tonalidad naranja, como ya les he contado).
No importa, el caso es que Atilidilandia, sea de lo que sea, tiene una cualidad muy especial: no estoy seguro de que querer revelarlo, pero creo que algo tan especial merece ser compartido. La atmósfera que recubre Atilidilandia es invisible a los ojos de cualquiera de otro planeta. Sólo unos pocos afortunados, habitantes de mundos similares (tal vez universos azules o verdes) logran ver una vez cada tanto, el “cielo” de este planeta.
Si bien invisible a los ojos, la luz de Atilidilandia tiñe todo aquello que se ve desde adentro con su tenue anaranjado. Por si no lo entendieron, Atilia, aquella única personita con el privilegio de atravesar los muros de Atilidilandia desde adentro hacia afuera, percibe todo con su mirada en una mezcla de diversos colores cálidos, en tonos entre el naranja y el amarillo pastel. Todo indicaría entonces, que para ella un día nublado jamás podría ser gris, y que las lágrimas son tal vez amarillas. Que la gente viste brillantes colores y el cielo aparenta estar siempre amaneciendo.

¿Parece un extraño planeta, verdad?.Creo que Atilia también lo es.
Pero eso del colorido no lo es todo. Hay algo más curioso aún sobre su tierra. Lo confirmé con los años, en escasas ocasiones en que pude estar junto a ella en un inmenso silencio. Música. Música, música y más música resuena en el ambiente y se filtra por sus paredes de gases naranjas. Me hace creer que hay alguien más en ese mundo privado, que alguien se ocupa constantemente de cambiar los CD s o subir y bajar el volumen, pero no, allí solo hay lugar para Atilia, que a ratos no puede contener tantas notas y lanza algunos acordes al mundo del otro lado.
La música brota constantemente, y si bien no siempre puede oírse con facilidad, las vibraciones de los acordes recubren a Atilia y hacen vibrar a cualquiera que cruce su camino. Y si lo digo con tanta certeza es porque también a mi me ha tocado vibrar al ritmo de sus estados anímicos.
No siempre es el mismo tipo de música, claro está. Música al fin. Si prestan atención, verán a Atilia moviendo levemente las articulaciones, marcando el ritmo con el pie, murmurando por lo bajo o simplemente esbozando una sonrisa. Baila. Baila desenfrenadamente en su universo del cual los mágicos gases disimulan el movimiento. Y seguirá simplemente bailando, a cada momento, dentro de su mágica burbuja. No importa que suceda. Contagiando al planeta tierra con sus alegres vibraciones, cantando a la creación con el alma.
Y yo seguiré caminando a su lado, descubriendo sus secretos, leyendo su transparencia. Seguiré caminando al ritmo de sus vibraciones y absorbiendo a cada paso su música. Y sé, que reflejado en esa atmósfera invisible de Atilidilandia, descubriré por fin, de que color es mi propio planeta…

Cotidiano

No puede ser real,
Porque es perfecto.
Disfruto aun con miedo. Desconfio.
Me tapas en la noche,
Me abrazas aun dormido,
Y en mi vigilia no existe el reproche
(ni aun exhausta)
Frente a tu ronquido.

Me atrapan otra vez en la mañana
Atada sin pudor a tus caderas,
Inventando un futuro al que te arrastro
Al menos mientras no despiertes
(al menos mientras no te enteras).

Y vuelvo de mi viaje por el tiempo
Cuando un sol imprudente
Sin culpa te desvela .

Te beso en la mejilla
y adivino:
“Hoy no será la excepción,
tu mal humor matutino”.
Y sonrío,
Aunque en el fondo me asusta,
Saber que cada segundo a tu lado
Encuentro en ti,
algo que me gusta.
Evito confesar
que te estoy esperando...
La noche me atrapo y ya no me deja.

Cada gota en la ventana te refleja
y a lo lejos, las nubes grises
traducen lo que no dices
a un cielo que nos aleja.

Y pese al eco del silencio,
tras superar el insomnio,
volviste a mi entre sueños
rodeado de mil demonios.

Quizas haya sido intuicion,
tal vez fuera culpa del miedo.
Desperte sola en la madrugada,
el alma prendida fuego.

Y te deje abrazado a ella,
en un mundo de fantasia
mientras mi cama vacia
se llenaba de desvelo.

Temo dormir y encontrarlos,
busco al recuerdo un consuelo.

Y todavia no quiero admitirlo
me esfuerzo en disimularlo,
pero no puedo evitarlo

te espero...

Finges

Finges.
Y aunque lo sé,
mi alma se estremece
cuando te miro a los ojos.

Erudito en el arte de vender ilusiones
Y compartir un gozo efímero.

Sin anclas ni puntos de partida,
sin más demandas que el presente.
Habitué de lo fácil y superfluo:
tu debilidad latente.

Errabundo.
Prófugo de la verdad
que se disfraza en tu boca.

Mis manos se equivocan
Y acarician las tuyas…

Me contemplas absorto
Entre sorpresa y espanto.

Ni siquiera te esfuerzas en mentirme…

La tenue luz del alba,
enmudece mi llanto.
Antes de que amanezca
debo irme…

Descubro tu estrategia
y lo que callas,
oculto tras tu cómplice sonrisa.

Escapo de prisa
Aplaco mis instintos.
Si estuvieras solo
Sería distinto…

Espejitos de colores

Vendo espejitos de colores
al mejor postor,
a cambio de nada.
Vendo ilusión
(mis ilusiones).
una lámpara de Aladino
sin más deseos, gastada.

Vendo un millón de caricias
a cobrarse del pasado.
Tres noches a la semana
-que antes eran demasiado –
y un domingo a la mañana
(todo por el mismo precio)
haciendo fiaca en la cama.

Vendo lo que ya no tengo
ni traiga quizás el futuro:
una libertad sin nombre
un transcurrir sin apuro.

Desde un rinconcito oscuro,
vendo miedos, penas, soledades
viene incluido mi yo más profundo:
Sentimientos y banalidades.

Y porque al fin todo es poco,
Si no lo contempla otra mirada:
Lo dejo todo en tus manos,
A cambio no exijo nada.

domingo, 6 de junio de 2010

Trapitos al Sol en Altamar 16

Mykonos- Domingo 15-06-08

Me olvidé de escribir. No es que no lo hubiera intentado, pero cuando me fui al 7mo, cuaderno en mano, después del trabajo, me colgué de la luna que brillaba más que nuca, y de la bandada de gaviotas que seguían al crucero. Me colgué también de la idea de que la vida en el barco es como un paréntesis en la vida de las personas. No es real. Uno deja todo lo conocido atrás y comienza un mundo diferente, con fecha de vencimiento. Un mundo en el conoce cosas hasta ahora ignoradas y en el que las propias reacciones son inesperadas. En el que todo es visto desde otra óptica y juzgado sobre nuevos parámetros. Una realidad que termina con la vuelta a casa.
Por lo que recordaba, el domingo tuvimos reunión a las 11 de la mañana. ¡Siempre esos horarios tan agradables! Esta vez no me podía quejar, porque me había dormido a las 6 de la mañana por voluntad propia. De la reunión fuimos a almorzar (y de ahora en más, muy probablemente, cada vez que diga “fuimos” seamos Rafa y yo).
A la tarde “ dormimos” la siesta (vamos practicando…si si , Rafa y yo otra vez), y nos levantamos a las 2:15. Rafa se bañó y se fue a trabajar, yo me quedé un ratito más dibujando.
Fue el último día de crucero antes de llegar a Atenas, donde desembarcaban y subía un grupo nuevo. Donde se cumplían mis dos semanas embarcada, dos semanas que parecían ya una vida.
Para despedida estuvo bien. Vinieron muchos pasajeros a saludarme, algunos me trajeron regalitos, otros me dejaron propina, otros el teléfono para que pase a visitarlos por España….
Terminamos la noche a las 2, y me fui, como casi todas las noches al séptimo, a escuchar música, respirar un poco de silencio y escribir en mi diario. Ahí me quedé esperando a Rafa, que llegó una hora después y nos quedamos chusmeando hasta las 5:30.

Trapitos al Sol en Altamar 15

Rodas – Sábado 14-06-08

Drill a las 10:30. Drill es igual a simulacro. ¡Será posible!
En Rodas siempre tocaba simulacro de evacuación para la tripulación. Para ser mas explicita: sonaba la alarma a las 10 de la mañana, primero llamaban a Mister Skylight (el grupo de emergencias) así que el resto teníamos 15 minutos más para dormir. No muy placenteros, porque cuando sonaba la segunda alarma (conformada por siete pitidos cortos y uno largo-como decía la gallega del altoparlante), uno tenía que ponerse el chaleco salvavidas y salir corriendo a la posición que le tocara para evacuar a los pasajeros. ¡Como si un en caso de emergencia fuera a evacuar a alguien!. En mi caso, el lugar de encuentro era el piso 10, fwd, starboard side. De todo esto, que me llevó dos semanas entender, para mí lo único importante era eso del piso 10, lo que significaba subir 11 pisos corriendo por la escalera, ¡recién levantada y a las 10 de la mañana!
Después de encontrarnos en los lugares asignados, dirigir a todos los pasajeros a los botes de emergencia que les tocaran y chuequear todas las puertas ignifugas, sonaba una segunda alarma. Otra vez a correr, pero esta vez a nuestros botes, en donde, por ser simulacro y no tener que evacuar, el capitán paseaba entre la multitud haciendo preguntas referidas a la seguridad del barco a toda la tripulación. Y si contestabas mal…¡a la corte!. Si, si, suena gracioso, pero es real: a la corte del capitán. Sin excusas. Y a la tercera vez en la corte…taza, taza: ¡cada uno a su casa!
El dril terminaba unos 45 minutos más tarde. Todas las semanas lo mismo. Todos los Rodas, una hora de sueño o de playa perdida y unas ganas increíbles de asesinar al capitán.
Después del drill, al trabajo. Me tocó de 12 a 3 de la tarde. Ni hablar de la fila que había que hacer en el comedor para encontrar un lugar después del drill.
Ni bien salí de trabajar, a punto de tirarme a dormir, me llamó Rafa. Cambié de planes sin pensarlo demasiado y me fui a tomar unos mates a su cabina. Y como era de esperar, con lo débil que soy, y lo pujante del veneco, no me pude contener. Entre mate y mate charlamos de la vida y nos dimos unos besos. ¡Por suerte me quedaba yerba!.
El veneco me compró. A fuerza de simpatía, oído y perseverancia. A fuerza de estar, y darme la compañía que necesitaba para no caer en la triste rutina de trabajar, dormir, trabajar. Calculo que en altamar, encerrado entre cuatro paredes y viviendo un mundo ajeno al propio, uno se sensibiliza más, y necesita poder compartir todas esas emociones con alguien. Ese día Rafa se metió un poquito más en mi vida. Un poquito más que el resto, un poquito más que todos.
A las 5 entró a trabajar, y yo me quedé dando un par más de vueltas. Volví a cenar con el acosador de la banda, pero está vez mucho más tranquila. Ya no me sentía “perseguida”, porque había elegido con quien quería compartir mis días, y de esa manera cerrado las puertas a todo el resto.
Cayendo de nuevo en mi realidad, volví a trabajar a las 6 de la tarde, y cuando salí a las 2 de la mañana no tuve mejor cosa que hacer que ponerme a lavar las camisas. Esta vez las llevé al lavarropas (cosa que me tocaba una vez por mes, porque en general las lavaba a mano). El barco tenía 5 lavarropas para los 600 tripulantes, de los cuales funcionaban dos. Con suerte encontré uno disponible, con tan poca suerte que, como me suele suceder, metí también un pantalón a lavar y desteñí todas las camisas. Ahora mi uniforme era rosa.
Una hora esperando en el deck 7 para que termine el lavado. Como sería de ahora en más, me hizo el aguante Rafa.
Cual historia de amor yanqui, donde los protagonistas se conocen entre lavados y lavado, terminamos con las tareas del hogar y me fui a echar a su cabina hasta las 5 30 am cuando volví a reposar en mi lecho.

jueves, 3 de junio de 2010

Trapitos al sol en Altamar 14

Santorini – Viernes 13-06-08

Me obligaron a levantarme a las 10 am. Si, cabin inspection que esta vez si se concretó. Con el cansancio que venía acarreando a las 10:30 dormía de nuevo. Como nunca, dormí hasta la 1, almorcé y recién empecé a trabajar a las 14:30 en Plaza. Un plaz..er…¡cuack!
A las 6 de la tarde tuve que ir a cambiarme para la noche tropical y tuve la “suerte” de cruzarme por los pasillos con Tony, un dominicano que toca en la banda tropical y el ejecutor de tantos llamados indeseados a mi cabina. Tony no tuvo mejor idea que hacerse el vivo e invitarme a cenar, y ya que muchas opciones no había, comimos juntos en el Crew Mess. Me resultaba bastante simpático, aunque un poco pesado. Me propuso ser amigos, salir a pasear juntos, etc.etc. etc. (lo que con el tiempo entendí…se me estaba tirando).
Volví a Plaza hasta el cierre a las 2 de la mañana. Apenas logramos cerrar, me escapé al deck 7, mi pequeño pedazo de paraíso dentro del Zenith.
“Escuchando música, tomando un poco de aire fresco y disfrutando la oscuridad de la noche, el deck 7 se fue convirtiendo en MI espacio en el barco.
La oscuridad de la noche es tal, que apenas se distingue el negro cielo del agua del mar. Alguna que otra estrella brilla a lo lejos, en un plano que no termino de saber si es el cielo o el horizonte. Por un instante en todo el día, no hay nada ni nadie. No hay voces alrededor, no hay distancias, no hay horarios. Disfruto al máximo del encuentro con migo. Esbozo en el aire las últimas palabras de adiós a ese que ya sepultó mi partida:
Cuatro puntos cardinales vacios,
tanto espacio hasta el borde de tu piel.
El tiempo incrementa la distancia
y la soledad, me sigue siendo fiel.

El aire ya no arrastra tu perfume,
el mar calla los ecos de tu voz.
¿Cómo puedo, teniéndote tan lejos
pensar de nuevo mi vida de a dos?

No supe, teniéndote a mi lado,
bastó solo partir para entender.
Hoy se que lo que hubo ya es pasado:
la historia nunca vuelve a acontecer.

En un soplo de aire te echo al mar,
debo dejarte atrás para seguir,
hoy mi mente procura olvidarte
pero el alma no te deja ir.

Mi corazón nunca supo elegir…

Quedarán más que buenos recuerdos
y la puerta de atrás siempre entre- abierta,
tal vez nos reserve el destino
una última carta encubierta.

Trapitos al sol en Altamar 13

Navegación –Jueves 12-06-08

Los días de navegación suelen ser terribles. Mil ochocientos pasajeros todos atrapados en altamar.
Dentro de todo, este estuvo bien, sin mayores acontecimientos. Arranqué en Plaza a las 10:30 am hasta las 13:30. Comí algo, me dormí media horita y volví a entrar a Marina de 3 a 5. Esas dos horitas suelen ser las peores de la semana: con el solcito de la tarde, en medio del mar Adriático, los pasajeros se concentran en la piscina y no hacen otra cosa que tomar…..¡sol y alcohol!
De Marina a cambiarme el uniforme, de ahí a cenar y 18:30 otra vez en Plaza hasta las 2 am. Los pasajeros de este crucero llevaban solo dos días, pero ya tenía formado mi club de fans. A saber: Iñaki, un viejo buena onda fanático de mis Bloody Mary. Y si, suelo tener más enganche con los viejos, que se le va a hacer, ¡es piel!. Iñaki publicitó mi Bloody Mary por todo el barco, con lo cual un poquito lo odié, debo admitir. Otro viejo que dos veces por noche tomaba su café doble en taza chica, Adolfo, el de la pipa, con su mujer Mercedes y la tercera en discordia: Maruja. Es lindo tener un grupo e admiradores como este, el problema es que cuando el bar está que explota, y uno corriendo de punta a punta tratando de atenderlos a todos y se escucha:” yo quiero que me atienda Teresa que prepara tan bien el Bloody Mary”, simplemente te querés matar.
“Esta semana me tocó trabajar con Rafa toda la semana. El histeriqueo entre los dos cada vez se pone más insostenible. Entre el calor latinoamericano y el poco espacio que compartimos detrás de la barra, el roce es permanente. Y no voy a negar que me gusta. Sea por diversión, por instinto, o lo que sea: yo le sigo el juego.”
Poco a poco me acostumbraba a la “vida de barco”. Pese a que, como hubiera dicho Diego, “me daban banana” por todo (es decir, todos los días ligaba una puteada distinta), la gente con la que trabajaba tenía una vibra muy linda, y eso hacia el trabajo más agradable.
Mis piernitas no opinaban lo mismo, agotadas de estar constantemente soportando todo el peso de mi cuerpo (que nunca fue poco), suplicaban un recreo.

Trapitos al sol en Altamar 12

Dubrovnik- Miercoles 11-06-08

Amanecí rota a las 0:45. A las 10:30 ya estaba trabajando. Me tocó almorzar a la una con Heidi y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Caminamos como locas, bajo la guía de Heidi que descubrí tiempo después, no tenía idea por dónde íbamos. (¡Como si en el trabajo no camináramos lo suficiente!).
La idea era ir a la ciudad vieja. Un lugar amurallado que es donde funcionaba la antigua Dubrovnik, capital de Croacia, y es el centro turístico actual. Supuestamente quedaba a 20 minutos del puerto, pero nosotras caminamos como una hora. Volviendo por la costa nos dimos cuenta porqué: habíamos cruzado la ciudad entera y dado toda la vuelta en lugar de hacer el camino correcto. ¡Gracias Heidi! Dimos una vuelta cortita, la verdad es que tampoco había mucho para ver.
Mejor fue volver al barco y dubujar un rato en el Crew Mess tomando mate: esa fue mi mayor distracción en los ratos libres durante 4 meses. A las 5:30 estaba trabajando otra vez, primero Plaza, después Marina, vuelta a Plaza. No pude ni cenar de lo movido que estuvo. A la 1:30 me mandaron a la Discoteca y ahí terminé mi noche a las 3 am. En la vuelta a Grecia, esta noche se adelanta una hora (una semana de cal y una de arena!). Como me robaron una hora de sueño, me dormí a las 4:20 am.