lunes, 14 de junio de 2010

Rutina

Es jueves a la mañana, eso de las siete y media. Paso por la esquina y está ahí, con su café y el diario, como todos los días. En la misma posición que lo vi al pasar el miércoles, el mismo café del martes, y el mismo diario del lunes. Y así estará también mañana.
Ese hombre es ya parte de mis mañanas, y jamás hemos cruzado palabra, nunca me vio (o eso creo), porque no saca la vista del diario siquiera para echar un sorbo a la taza. ¡Que monotonía! Quién sabe durante cuantos años ha llevado esta rutina, antes de que yo lo descubra y su rutina se vuelva también parte de la mía. Porque mientras sigo caminando y atando cabos, a muchos pasos ya de la ventana del café de la esquina, entiendo que también yo estoy ahí cada mañana, permitiendo que eso pase. Lo vi el lunes, el martes, ayer...y lo veré mañana; y el solo hecho de verlo cada día me vuelve parte de una rutina parecida...
Pensamientos demasiado filosóficos para las 8 AM. Subo al subte abstraída del mundo y el enjambre humano, el calor de la gente, me llevan a preocuparme por cosas mucho más banales. Veo caras, miles de caras apretujadas y sudorosas que comparten conmigo este viaje aunque vaguen también en sus pequeñas burbujas.
Y caigo, otra vez caigo, porque en muchas de esas caras te encuentro; porque un pensamiento me arrastra al otro e indefectiblemente vuelvo a pensarte. E igual que ayer, seguramente igual que mañana, te llevo conmigo durante todo -el día, y eso te vuelve una dolorosa rutina, de la que no logro escaparme...

No hay comentarios:

Publicar un comentario