lunes, 7 de junio de 2010

La locura de los sueños

Yo lo vi, lo vi con mis propios ojos. Era real. Y no es la primera vez que los veo, aunque ya había olvidado las anteriores. Lo de hoy me hizo recordar; claro que no siempre son iguales…varían según la noche, el lugar y las circunstancias.
Hoy fue una pierna. En realidad yo solo llegue a ver la pierna mientras se escondía de cabeza debajo de mi cama (pero eso no quiere decir que esa pierna no tuviera un dueño). Pasaba apretujada entre la pared y el colchón. Por supuesto que no era una pierna normal, como la tuya, o la mia, era mucho mas diminuta, como del tamaño de un antebrazo, si…algo asi. Por lo que pude ver llevaba unas mediecitas blancas, tan diminutas como la pierna en si, y también tan blancas. Eran medias de niña buena, apenas debajo de la rodilla y terminadas con puntillas de encaje.
Pese a ser una pierna chiquita, le costó bastante escabullirse debajo de la cama. Con decir que tuve que parpadear unas 3 o 4 veces hasta que finalmente desapareció. En su lugar solo quedo la cortina que protege la ventana, logrando ese ambiente sombrío, en donde las cosas mas misteriosas pueden suceder.

Todavía un poco dormida, y acostumbrándome a la luz del dia salté de la cama y decidí olvidarla. No era la primera vez, ni seria la ultima, que encuentre al despertar, criaturas merodeando en mi alcoba.
Había visto ates muchas otras..sobre todo de niña. La visita mas común era el hombre de negro, que tenia una habilidad monstruosa para desaparecer detrás de la puerta y dejar tan solo su sobretodo colgado en el perchero. También vi gatos gigantes convertirse en mochilas, y animales de todo tipo camuflarse con la pared, hasta volverse simplemente una mancha en la pintura. Todos ellos tenían algo en común: eran increíblemente reales al abrir los ojos por la mañana, pero se volvían difusos al primer parpadeo y al tercero o cuarto ya eran simplemente alguna cosa mas en e ambiente. Nada extraño, nada que tuviera vida.

Tengo que reconocer que temía sus visitas. Hoy creo que mas bien, son ellos los que me temen. Cada vez frecuentan menos mis mañanas y desaparecen sin esfuerzo ante el primer parpadeo. Les cuesta mas llamar mi atención, o quizás soy yo que me niego a descubrirlos. Ya no les temo, pero tampoco me sorprenden…fueron perdiendo el encanto, la magia…


Me apena entender que al abrir los ojos, mato con mi razón a ese mundo paralelo que vive mientras no me entero. Que mis propios sueños juegan conmigo en la noche, pero escapan despavoridos cuado la razón interviene. Temo que se cansen de no lograr sorprenderme y que todo pierda definitivamente su encanto, que las cosas ya no cobren vida en la noche.

Y mientras salto de la cama a la rutina, me agobia la cordura y asoma la monotonía, me propongo hacer a un lado la razón, y dejar que me haga compañía

la locura de los sueños…

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