viernes, 11 de junio de 2010

Trapitos al Sol en Altamar 19

Rodas-Miércoles 18-06-08

Un día de locos. Trabajé 13 horas, de las cuales 8 me dieron banana sin parar.
Apenas me desperté, pasé por el Crew Mess a tomar un cafecito, lo vi a Rafa tres minutos y subí a trabajar a Marina. En el pasillo, mientras esperaba el ascensor, me crucé con la enfermera, que no tuvo mejor idea que pedirme que le muestre las manos y decirme que tenía que cortarme las uñas como ella porque las tenía muy largas (ella tenía las uñas comidas casi hasta el nudillo). Una vez en Marina, me recibió Fernelis, el Head Bartender, digamos que uno de mis ochenta jefes. Buscando de donde agarrarse para tener también algo para decirme, miró mis zapatillas “All Star” blancas y osó decirme que tenía que comprarme zapatillas ¡blancas!. Pensé que me estaba cargando, que era daltónico. “Son blancas Fernelis”-le dije, pero me retrucó con la respuesta más imbécil que había escuchado en mi vida: “No, tienen una rayita colorada, y tienen que ser blancas, blancas”.
Mi nivel de tolerancia cada vez estaba más bajo. ¡Esto era peor que el servicio militar! No llevaba ni un mes trabajando, no había cobrado ni medio sueldo y ya me habían hecho comprar camisas, zapatos, y ahora zapatillas. La dejé pasar, y traté de no estresarme innecesariamente.
Inhalen, exhalen, inhalen, exhalen…ya estaba algo más relajada, cuando a la media hora me choqué con Julián, el Bar Manager, el más top de los ochenta jefes que les digo. A ver…a ver con que me agarraban esta vuelta…
“Ese anillo que tenés es muy grande Teresa, te lo tenés que sacar”. (Se refería al sello con mis iniciales, el anillo que no me saco jamás). Y yo que me había dejado sólo un anillo, como decía el reglamento, para evitar conflictos, entré en cólera.
Ya había contado hasta 900, pero seguía con bronca. Para que no se me pase, Fernelis me siguió dando banana porque había tareas en Marina que no estaban hechas (que a mí nadie me había dicho que había que hacer tampoco) y para completar me mandaron a la corte del capitán.
Si, si, no me faltó nada. A la una estaba con el capi, que me gritaba, como todos los anteriores, pero esta vez porque había faltado al simulacro de pasajeros. Si, ¡de pasajeros!. ¡Y yo que sabía que también tenía que hacer el simulacro de evacuación de los pasajeros!
A la 1:10 le toqué la puerta a Rafa, necesitaba desahogar toda mi ira con alguien. Apenas abrió la puerta le dí un abrazo que casi lo deja sin aire y ya me sentí mucho mejor. Me acuerdo de ese abrazo como si hubiera sido ayer. Almorzamos juntos y a la 1:40 volví a trabajar otra vez hasta las 4.
Otra vez aproveché la media horita de sueño, hasta las 5, que me cambié a las corridas, comí algo y volví a abrir Harry´s a las 6:15. Todavía no puedo creer que a las 5 y media de la tarde estaba cenando.
La tarde fue algo mejor que la mañana. Al menos se pasó rápido, De a poco me había hecho algunos clientes que pasaban a verme mas por lástima que otra cosa, y yo ya estaba un poco más organizada. Salvo las cosas de heladera (¡no se puede creer que llamen “bar” a algo que no tiene ni heladera!), el resto tenía todo.
Terminé mi día fatal escuchando las quejas de una vieja que estuvo a punto de agarrarse a piñas en mi bar. La situación fue la siguiente:
Noche de bingo en Rendez Vous. Los chicos de entretenimiento repartían cartoncitos por dos euros cada uno y armaban un par de jugadas de bingo. La vieja numero uno le chista a la vieja numero dos para que se calle porque no escuchaba los números que se anunciaban. A lo cual la vieja numero dos se gira desde su mesa con cara de tigre salvaje, y la manda a la mierda. La vieja numero uno se calienta por el modo, se trenzan entre ellas y ambos maridos a la defensa casi se trompean.
Yo que ya había terminado mis tareas, y que bastante de india me tenían como para dármela de cacique y andar manejando quejas, me saqué el tema de encima, llamé al bar manager, y me las tomé.
Pasé por la disco a saludar a mi chico y me fui a la cabina a planchar las camisas limpias. Si, a planchar a las 2 de la mañana, y ¿sino cuándo lo hacía?.
Paso obligado por el 7mo y mientras hacía los deberes me mandé la última del día: me metí vestida de civil, en la cocina del restaurante buscando un teléfono para llamarlo a Rafa (cosa que no se podía andar paseando por la cocina). Llamé a la discoteca y me atendió Mihai, ooootro de los supervisores. Como una tarda me puse nerviosa porque sabía que me la estaba mandando, y me traicionaron los instintos: sólo pregunté “¿Rafa?” y acto seguido le corté.
“Toda esta gente que veo alrededor, que se dan besos y abrazos, y actúan como si fueran pareja de toda la vida. ¿se querrán?. Bueno, quererse si, seguro, pero ¿sobre que fundamentos?, ¿en que realidad?. Cada vez estoy más convencida de que esto del barco es un paréntesis en la vida de las personas. Tiene un principio y un final, y todo lo que pase en el medio jamás existió, salvo que deje consecuencias.
¿Y yo? ¿Qué tipo de paréntesis quiero que sea?¿Qué vine a buscar? O mejor dicho, ¿qué encontré?. Llevo dos semanas a bordo pero con lo largo que son los días, cada uno parece un mes.
Hoy en el deck 7 encontré con la luna que nunca me falla. Llena y más brillante que nunca. Escribo mientras lo espero a Rafa que le toca cerrar la disco (la música corta a las 3 de la mañana). Seguramente me vaya a dormir con él, y quiero pero no quiero. Me retumban todavía en la cabeza las palabras de Chuzas cuando estuve por última vez con el saliente: ¨¿Ahora entendés la diferencia entre tener sexo y hacer el amor?¨. Me lo dijo riendo, pero tenía razón.

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