jueves, 17 de febrero de 2011

Terecita Tucita

Epoca de vacaciones, plena época de vacaciones: enero. Y no, no se viene el clásico cuento del amor de verano; Teresita Tucita oficiaba de ama de casa. Como si fuera poco, no de una casa, sino de 2. Sus padres descansaban en alguna playa lejana, quien sabe a donde, seguramente lo habian mencionado, pero Teresita sólo había reparado en la parte del “Te quedas sola dos semanas”. En su cabeza la traducción había sido simultanea: “Te quedas de fiesta dos semanas”.
Como suele suceder con estas cosas, al otro día una amiga pidió a Teresita que cuide de su gato durante el mismo período. “Te dejo las llaves de casa –le había dicho- vos andá cuando puedas a darle de comer a Flora y si querés instalate ahí, quedate a dormir, hacé lo que quieras. Es tu casa”
¿Porque la vida nunca le da a uno estas oportunidades con tiempo suficiente de disfrute entre una y otra? A falta de casa propia, Teresita ahora tenía dos comunidades de plantas que mantener, cuatro camas donde dormir, una boca que alimentar, y…dos bulos! ¿Quién dijo que estar en enero en Buenos Aires era una tragedia?
Ni bien llegó ese lunes, Teresita planificó toda su semana: lunes con Flora, Martes en casa, Miercoles con Mario y Flora, jueves descanso en casa, viernes fiesta donde sea con los del laburo, sábado fiesta donde sea con los de la facu, domingo con Mario en casa, lunes descanso…
Cada día llevaba una cuidadosa planificación cronometrada y muchas de las actividades requerían de la presencia de personajes que jamás se habían dado por enterados, por ejemplo: Mario.
Arrancó la semana de lujo. Llevar adelante dos hogares no es asunto sencillo, pero por ser solo dos semanas se podía soportar. Le dio a Flora una dosis extra de alimento por si en unos días los planes se complicaban y no volvía a verla, pero dejó la casa de punta en blanco por si se presentaba una oportunidad de recibir “visitas”. Entonces llegó el martes, pero en lugar de pasarlo en casa como estaba estipulado, se fue de copas por ahí con unos amigos y apenas si volvió para bañarse y partir nuevamente al trabajo. Y ahora si, ya era miércoles, el dia M, el dia de Mario, asi que arrancó la mañana llena de energía (pese a la resaca) y fue construyendo como una hormiguita su cita de la noche. Empezó por mandar un mail “desinteresado” para establecer contacto, siguió con un casual “que haces esta tarde?” y terminó en “vamos a tomar algo”.
“Otra que Robin Hood…donde pongo el ojo, pongo la flecha” Se agrandó Teresita una vez que tuvo su salida concretada para la noche.
Mario la pasó a buscar por la oficina y después de dar algunas vueltas decidieron tomar una cerveza en un barcito por la zona. Una cerveza que fueron dos, y después tres y terminaron en 5. Entre trago y trago, charla va, beso viene, Teresita pensaba a donde le convenía ir a pasar la noche. “Mmm, en lo de Lola tengo cama matrimonial, pero está Flora que si la encerras no para de maullar y si no la encerras se suma a la fiesta. Por otro lado en casa no tengo gato y tengo tres camas por donde pasearme”.
- “¿Bueno vamos?”- Dijo Mario interrumpiendo sus pensamientos, cuando terminó de hablar de quien sabe qué.
- “Vamos”- contestó Teresita ilusionada y continuando con sus hipótesis susurró -“el problema es a donde”.
No tardó en bajar de su nube cuando Mario pareció leerle los pensamientos.
-“Vas a tu casa o te dejo en lo de Lola? Yo sigo viaje que mañana temprano tengo que trabajar”
“Como vas? Como TE dejo?” Que clase de hombres son esos? Yo también tengo que trabajar, y también trabajé hoy, y no dormí anoche, y sin embargo no me niego a que duerma conmigo. Ah noo…esto no va a quedar asi….no me puede hacer esto…”
Después de intentar aplicar las más sensuales técnicas de seducción sin obtener resultados, resignada y en llamas, Teresita decidió mantener en alto su orgullo.
“Sabes que? Dejame en casa. O dejame acá, me tomo un taxi”.
Se despidieron apasionados y con enojo. Ni bien el auto de Mario dio vuelta a la esquina, Teresita sacó su celular de la cartera y con los dedos mas veloces que haya visto en mi vida siguió probando suerte:
“Hola Luis, como andas? Che, estoy cerca de tu casa, que andabas haciendo?...”

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