martes, 26 de abril de 2011

Teresita Tucita- Capitulo 10

Habían quedado en volver a verse. Lo que no estaba definido era cuándo, y Teresita no esperaba que fuera tan de improvisto.
Salió de su casa apurada como todas las mañanas. Después de postergar el despertador cada cinco minutos durante media hora, saltó al reparar finalmente en el reloj y pasó por la ducha como un delfín. Baño psudo polaco, por no ser tan ordinarios: digamos que pies, axilas y dormitar en la ducha un rato. Una vez “limpita” se disfrazo con la ropa a medio usar que tenia acumulada en la silla: la camisa del lunes con el pantalón del martes, el saquito un poco arrugado del miércoles y, eso si, las medias limpias; el ultimo par que quedaba en el cajón, sus preferidas, tan preferidas que de tanto usar, tenían algún que otro agujero. En fin, demasiado para un jueves.
Se tragó el café con leche de rutina y a punto e cruzar la puerta se acordó de la cartera. Corrió a buscarla y con el mismo impulso siguió corriendo hasta alcanzar el colectivo. Tenia que recuperar la media hora de yapa que le robó al despertador.
Llegó al trabajo algo agitada, con los pelos parados, como de costumbre, y casi en horario. La mañana pasó volando, entre papeles y llamados, se mantuvo entretenida y la cabeza en las cosas mundanas que no hacen más que empujar a las agujas del reloj. Los problemas llovían y el teléfono no paraba de sonar – “Buen día habla Teresita, en que puedo ayudarlo?, -Buen día, habla Teresita, en que puedo ayudarlo? – Buen día habla Teresita…” Cada vez que lo repetía su voz se tornaba mas seria y la propuesta de ayudar menos sincera. Fue como a la vigésima vez que sonó el teléfono a las cuatro de la tarde cuando escuchó su voz al otro lado. Se quedó perpleja. No sabia que tenía su número laboral, es más, ni siquiera esperaba recibir noticias suyas tan pronto. Fue tal la sorpresa que aceptó sin dudarlo la cita que le propuso –“ Ok, pasame a buscar a las siete y vemos que hacemos”. Fue tal la alegría de escuchar su voz que no reparó en la sucesión de tormentos que mas tarde cruzaron su cabeza entre las 4 y las 7.
A las seis desconectó su sistema. Seguía ahí, firme frente al monitor pretendiendo tipear quien sabe que cosas, con una mirada concentrada que reflejaba asuntos importantes, cuando en realidad su mente vagaba entre los deslumbrantes ojos azules que la esperaban a las 7 y sus medias con agujeros. Control- Tab; control-tab. Pasaba con habilidad de la pagina llena de números de Excel a la búsqueda en Google que mostraba literalmente “bares a donde ir en la segunda cita”.
El fue puntual; ella mas que nunca. A las siete cero uno se subió a su Corolla reluciente y dado que él no tenía plan sacó a brillar sus bastos conocimientos e la noche porteña (que el amigo Google acababa de proporcionarle). Enumeró una a una las opciones, con una detallada descripción que había aprendido casi de memoria. El escuchaba sin poner atención y eligió casi por descarte el último de la lista: -“Vamos a Antares entonces”.
A juzagar por su actitud, parecía como si lo hubieran obligado a salir, puso la música fuerte, a un nivel que impedía la conversación, y cuando ella tarareaba las canciones o se sumaba a los coros, el cambiaba el dial. A la tercera vez, Teresita pensó que ya no debía ser casualidad: cerró la boca y no emitió más sonido hasta llegar a destino.
Una cervecería enorme, con elaboración propia y cervezas de todo tipo y color. El pidió un agua con gas. “Hubieras elegido otro lugar si no te gusta la cerveza” objetó Teresita que empezaba a incomodarse un poco mas. –“No, está bien, es que no tomo alcohol. Además no entiendo la gente que toma, no se dan cuenta de que están tragando veneno. Después andan haciendo pavadas y hablando boludeces. No te preocupes, contame más de vos. ”
Teresita dejó pasar el comentario y dándole un trago profundo a la cerveza trato de remontar la situación haciendo un resumen de los puntos mas relevantes en su vida -“Bueno, vivo con mis padres, practico danza moderna y estudio diseño de modas”. Claro, su atuendo del día no reflejaba exactamente el look de una diseñadora de modas, si no más bien de una linyera , pero eso no quería decir que no llevara dentro, muy adentro, una mujercita coqueta.
-“Todavía vivís con tus padres?”- no pareció importarle otra cosa. “Yo vivo solo desde los 18, no soportaría seguir viviendo con mi familia. Si no te vas de tu casa cuando sos joven después te volvés dependiente de tu familia y ya no sabes hacer nada por tu cuenta. Además no tenes intimidad, una cagada”.
Pensó si dejarla pasar nuevamente o levantarse de la mesa y dejarlo pagando la cuenta. Decidió mantener la calma, cosa que le estaba costando horrores. Por suerte llegó la picada y al menos mientras comían tenían excusa para disminuir la charla. Ella probó el queso, después el salame, y mientras untaba el pan con un dip lo miraba hacer lo mismo “Lastima que sea mas salme que el de la picada, porque está mas bueno que comer pollo con la mano”.
Él no se enteraba de nada. Miraba sin disimulo las mesas que los rodeaban y criticaba aquí y allá siempre que podía. Ante la falta de entusiasmo, Teresita se resignó y decidió al menos aprovechar la picada que le daba más satisfacción que la compañía. Casi se atraganta cuando al segundo pedacito de queso que se llevó a la boca, él finalmente se acordó que la tenia en frente y volvió a dirigirle la palabra: -“¿Porque comes tan rápido? Mira que no te voy a sacar la comida de la boca, eh!”. Quizo creer que era un chiste, pero las risas nunca llegaron.
Había pasado apenas una hora. “¿Vamos?”. Dijo Teresita después de pagar la cuenta.
Se subieron al Corolla y él la invitó a pasar la noche en su casa, calculo que por no tener que manejar hasta la de ella. Pese a todo, Teresita lo dudó un momento “Y..si me lo banqué hasta este punto, ¿por qué no hacer un esfuerzo? Por esos ojos azules, si cierra la boca creo que hasta podría disfrutarlo”. De pronto le vino a la mente el recuerdo de su abuela -“Siempre medias y bombacha en condiciones querida, por si tenés un accidente”.
-“No te preocupes, dejame en la parada que me tomo el colectivo”- Le dijo, y el Corolla frenó media cuadra mas tarde dando fin a la cita.
Todos tenemos unas medias agujereadas en el cajón. A veces nos salvan.

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